El régimen chavista convirtió las elecciones del día 28 de julio en una farsa con las prácticas de siempre: intimidación a votantes, censura de medios, inhabilitación de candidatos y partidos opositores y la adulteración directa de los resultados. La cabeza visible de esta farsa es Nicolás Maduro que arrasó con la democracia y las libertades y ahora redobla la represión, desata la violencia con varios venezolanos muertos y amenaza a los líderes de la oposición ganadora de las elecciones.
Aunque no sirve de consuelo, el dictador está cada día más solo. Estados Unidos, Europa, el grupo Carter (observador electoral independiente) y muchos países latinoamericanos -Chile, Argentina, Colombia, Uruguay, Perú…- no creen los resultados oficiales y le exigen respeto para los votantes y la democracia.
Por el contrario, la izquierda española, miembros del Gobierno incluidos, validan el resultado dado por el Consejo Nacional Electoral, controlado por el régimen, y respalda al autócrata venezolano. “El pueblo ha hablado y su voluntad debe ser respetada”, dice la líder de Podemos y en términos parecidos se expresaron la vicepresidenta Díaz, acreditada fan del chavismo, y la delegada de EH Bildu.
No podía faltar la aportación de BNG que saluda cariñosamente “ó reelecto presidente Nicolás Maduro”. “O pobo de Venezuela decidiu. O PP e a Iberosfera xa poden mastigar allos”, aseguró Ana Miranda, ¡parlamentaria europea!. Es el mensaje que envían a los venezolanos asentados en Galicia que tuvieron que escapar de la persecución del chavismo, y a los gallegos retornados de Venezuela que llegaron sin nada, ni siquiera su pensión. ¿Es ese el modelo de elecciones y de tiranía que el BNG quiere para Galicia? ¿Por qué son tan complacientes con esta y otras dictaduras (Cuba, Nicaragua) que violan sistemáticamente los derechos humanos?
Y en Venezuela estuvo de nuevo Rodríguez Zapatero. Como en 2018, fue avalar a Maduro, papel incompatible con la defensa de la democracia, de la dignidad del pueblo venezolano y de su condición de expresidente del Gobierno y del Partido Socialista. Su silencio ante el fraude es una ignominia que le hace cómplice de la farsa de electoral.
Es curioso que este hombre vaya dando lecciones de democracia por España, como en la campaña de las elecciones gallegas cuando llamó a votar “contra la hipocresía y por la decencia”. La decencia es lo que está perdiendo con su apoyo al sátrapa represor del pueblo venezolano. Como ejerce de consejero áulico de Sánchez y de su Gobierno, ¿será el modelo chavista el que aconseja implantar en España?
Él y la izquierda española están blanqueando “una autocracia con urnas”, uno de los regímenes despreciables de América latina. Para esta “gauche divine política” son deleznables las dictaduras de derechas y admirables las de izquierdas. Debería darles vergüenza.