Imane Khelif es un hombre. Con sus cromosomas XY, su testosterona natural, sus brazos largos y musculados como los de un tío, sus piernas finas y fuertes. Usted lo ve por la calle y ve a un joven atleta. Pero ahí lo tienen, dando leches como panes de Carral a la cara de las damas boxeadoras. Y no digas que es un hombre que eres facha. ¿A quién vas a creer, a las boxeadoras a las que le deja la cara como un poema, a tus propios ojos o a lo que te dicen unos señores que debes ver? A tus ojos, por supuesto. Si tus ojos son fachas, arráncatelos. Bueno, hoy en día eres facha por comer chuletones, así que ver a un señor argelino mazando mujeres y cobrando por ello y decir que es un señor argelino debe estar al mismo nivel que ser Clara Petacci antes de acabar cabeza abajo.
Imane le metió dos mecos a una boxeadora italiana que del primero le rompió la protección de la nariz y el segundo le hizo darse cuenta que si seguía allí igual se quedaba sin su bella nariz napolitana. Y para asustar a una mujer napolitana hacen falta unos huevos bien grandes. Y ahí empezó el jaleo. Que si terfa, que si se ve perfectamente que es una mujer, que es normal que use sus ventajas físicas (ser un hombre), que la italiana es una cuentista, que es policía, es una fascista, que es boxeo y se tiene que dejar machacar, que la admirable historia de superación de la pobre chica argelina en un país en el que los derechos de las mujeres bla bla, que si jugaba al fútbol y se metió en boxeo para defenderse del abuso de otras niñas, o niños, o lo que quiera que fuesen, pero no eran nada bueno. Sale la foto de Imane de niña con dos coletas y vestida de rosa (eso te hace mujer sin duda alguna) y luego ves fotos de Imane vestida de chico y bastante elegante, sin rastro del trapo en la cabeza que llevan sus colegas femeninas, pantalones y americana, gafas de sol, camiseta del Real Madrid que muestra sus formas masculinas, nada de caderas (Hips dont lie) ni pecho, piernas evidentemente de chico pero no seas facha, terfa, es una mujer con testosterona y aparcao, que otras boxeadoras le ganaron hace años al argelino y se acabó la discusión, que es delito de odio.
Y mientras, sin tanta repercusión porque la mujer siempre tiene que callar y asentir y no montar pollos como la italiana, otro señor va camino de la medalla de oro en boxeo femenino. Lin Yu-ting es un chico de Taiwán, huye de la prensa, tampoco lo acepta la Federación Internacional de Boxeo y nadie le monta escandalera. Quizá porque no saca toda la artillería en los primeros 40 segundos de combate y juega a ganar por puntos, como suele pasar en los Juegos Olímpicos. Es lo que tiene pasar desapercibido a la hora de hacer trampa. Viste como un hombre elegante, tiene ese bigotillo adolescente, no esconde ser un varón pero a la hora de boxear es una delicada margarita. Y así estamos, damas y caballeros. El emperador está desnudo. Bueno, o vestido de dandy. Las medallas del boxeo femenino las van a ganar las mujeres XY. Porque ahora ser mujer en el deporte es como ser un cambiaformas. Se puede apuntar cualquiera a la fiesta. Pero como dice Shakira, las caderas nunca mienten. Y en ambos casos las caderas, dentro de muchos años, encontradas por una arqueóloga, dirán la verdad. Khelif y Yu-ting eran dos seres humanos de sexo masculino.