Reconozco que durante muchos años he sido fumador activo y pasivo. Mi profesión, periodista, me inclinó a ello cuando avanzábamos en la década de los años 60. En aquellas épocas las redacciones de los medios de comunicación –fundamentalmente escritos– estaban totalmente cubiertas por una nube de aire contaminado por el consumo de cigarrillos mientras que aporreábamos una Olivetti, con carro incluido, para darle forma al artículo o reportaje en él que estabas trabajando.
Tuvieron que pasar muchos años para que al inicio de la década de los 80 dejase de consumir productos tóxicos: cigarrillos.
Llevo más de 40 años sin volver a inhalar, de manera directa y activa, el humo que procede de un pitillo. Indirectamente, se quiera o no, sigo inhalando demasiado humo que me rodea en los lugares en los que se permite fumar.
Y también en los que está prohibido pero el fumador habitual no suele hacer caso de las prohibiciones…
Relacionado con el tema que les estoy comentando en mi artículo recordar las manifestaciones de Carlos Rábade experto neumólogo y director de la Unidad de Tabaquismo del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago.
Copio literalmente su respuesta sobre el padecimiento que sufren los fumadores pasivos: “El humo se queda impregnado en la ropa y en los objetos tras fumar. Tiene unos componentes tóxicos que se respiran, y como consecuencia de esa inhalación, te expones de forma crónica a unas sustancias nocivas para la salud. Principalmente, queda pegado en las cortinas, en los téxtiles y en los muebles de la casa”. En verdad, ¡escalofriante!, y para hacernos pensar a los que ahora integramos el capítulo de los no fumadores y que estamos siendo objetos pasivos del humo que exhala cualquier persona que nos acompaña o está cerca de nosotros.
Y el neumólogo aún matizo más: “Este humo contiene sustancias que permanecen en el ambiente más de 1 o 2 días, adheridas a cualquier elemento del hogar. Por lo tanto, esta práctica es un riesgo para la salud de los no fumadores”.
Se puede decir más alto pero no más claro… El humo que respiramos diariamente que procede de un cigarrillo ajeno es muy nocivo.