Mamis, divas y zorras

el álbum «Reveal», de R.E.M., salió en el año 2001. El primer sencillo fue el «Imitation of Life», un tema que proclamaba que, sin amor, solo puedes vivir una imitación de la vida.


También es de 2001 «Próxima estación… Esperanza», de Manu Chao, un disco repleto de tesoros entre los que se encuentra el «me gusta La Coruña, me gustas tú» que tanto nos enorgullece por esta tierra.


2001 no nos dejó una odisea en el espacio, pero sí un concierto del líder de Mano Negra en el estadio municipal Manuel Anxo Cortizo de Lalín. Es, probablemente, el espectáculo en el que he estado en el que la conexión con el público ha sido mayor. Para prueba, el inolvidable cántico «paviméntame, Pepe Cuíña, paviméntame», dirigido al Conselleiro de la COTOP y coreado por una multitud que deseaba (deseábamos) que aquello no terminase nunca.


Para mí, aunque la película se estrenó en diciembre del año 2000, 2001 es el año de escuchar sin descanso la banda sonora de «O Brother, Where Art Thou?» Y de reconocer que el «Come on baby one more time» de Britney Spears, que ya tenía un par de años, era un auténtico temazo.


Claro que mientras en mi vida pasaba todo esto, en la radio lo que no dejaba de sonar era El baile del gorila. Tanto que logró un doble disco de platino en España y uno en América, además de una nominación a los Grammy Latinos y de alcanzar la final en los Premios Billboard de la Música Latina.


Reconozco que Melody me parecía una niña con un gran carisma y desparpajo, que cantaba bien y dominaba el escenario. Pero lo único que despertaba cierta curiosidad en mí era que se llamase Melodía. Sigo sin saber si me parece un nombre profético o una maldición de esas que una bruja malvada le echa a una niña cuando aún es un bebé con la intención de arruinar su vida en el futuro.


Después de aquello, le perdí la pista a Melody hasta que el sábado pasado ganó el Benidorm Fest. Y eso bien merece una dentellada. Porque la verdad es que las últimas canciones que han salido de este festival para representar a España en Eurovisión me tienen completamente desconcertada. Ya no sé si tengo que darme a valer como la mami que vuelve loca a todos los daddies y les tiene dando zoom, zoom on my yummy. O reivindicarme como una zorra empoderada, de las que arrasan en la vida y sienten que sus acciones no tienen consecuencias. O si debo sentirme una diva valiente y poderosa que cada día madruga para ir a trabajar. Una diva doméstica y domesticada, una supermujer todopoderosa, algo sumisa y siempre dispuesta. Alguien que muestra su potencial sin molestar, porque prefiere complacer y contentar.


De las tres opciones, la de este año se me antoja la más complicada. Melody pretende mostrarse humilde, una diva que ha pasado por momentos de espinas y rosas, como cualquiera de nosotros. Pero su imagen enfundada un mono ajustado y trasparente muestra a una diva solo de carne (no de carne y hueso) y el exceso de movimientos, piruetas, juegos de luces y lucimiento escénico es tan saturado que no puede estar más alejado de una vida sencilla como la de cualquier mortal.


Yo preferiría parar la ciudad sacando un pecho fuera al más puro estilo Delacroix preguntándome por qué demonios dan tanto miedo nuestras tetas, si lo único que han hecho ha sido alimentar a toda la humanidad. También me serviría defender mis raíces con un poderoso aturuxo que haga caer todas las fronteras en una norte de foliada, al ritmo de las panderetas. Incluso me valdría ponerme pibón por si esta noche pasa algo entre tú y yo en una fiesta al más puro estilo noche ochentera, que, por lo menos, era una canción moderna, con ritmo y sin bata de cola, sombrero cordobés, castañuelas, zapateaos ni arpegios de guitarra flamenca.

Mamis, divas y zorras

Te puede interesar