No está en nuestro ordenamiento jurídico, quizá debiera de estar. Cuando la aritmética política impide a los partidos políticos presentar una moción de censura al gobierno, cuando el gobierno no se somete a una cuestión de confianza y cuando la indignación ciudadana es creciente y extendida, algo hay que hacer. El prestigioso periodista y escritor Albert Castillón ha puesto en marcha una recogida de firmas dirigida exclusivamente a ciudadanos, no respaldada por ningún partido, que pretende recoger ese “cabreo” generalizado que se respira en el ambiente de cualquier rincón de España. Ciudadanos libres están participando activamente en la recogida y a todos les anima un sentimiento común: hacer algo que deje en evidencia que el actual gobierno de Sánchez no goza de mayoría parlamentaria ni tampoco del beneplácito ciudadano. Somos muchos los españoles que no queremos mirar a los ojos de nuestros hijos y decirles que, ante el desastre político que vive España, no hemos hecho nada, nos hemos resignado. No, estoy convencido de que los españoles no nos resignamos cuando vemos a nuestro país en manos de los herederos de ETA o de los separatistas catalanes, o cuando vemos la colonización que Sánchez hace de las instituciones, desde la fiscalía general de estado hasta la televisión pública, pasando por el tribunal constitucional o el banco de España. No puede ser y debemos denunciarlo. Por eso esta iniciativa de la recogida de firmas tiene una dimensión que va más allá de una acción con fecha de caducidad, es un medidor real del estado de ánimo de una ciudadanía harta en impotente ante las decisiones nada democráticas que está tomando el gobierno y, ante las cuales, nos rebelamos. Firmar es muy sencillo y, por supuesto gratis, puedes buscar en Google “change org Albert Castillón” y directamente te ofrece la posibilidad de firmar. Lleva tan solo dos días a disposición de todos los que quieran participar y ya ha recogido miles de firmas. La realidad que vivimos los españoles es de una incertidumbre total, cada día amanecemos con el temor a una nueva noticia de esas que nos complican la vida y, la verdad, ya no aguantamos más. Habrá quien piense que esta iniciativa tiene que ver con el desastre ocurrido en Valencia y es posible que fuera la gota que colmó el vaso, pero el fondo de esta acción va más allá de lo ocurrido a la vera del Mediterráneo. Tiene que ver con la forma nada democrática de gobernar de Sánchez, de sus formas, de las corrupciones que le rodean, de su entreguismo a los enemigos de España ya sean etarras, separatistas, comunistas o promotores de leyes que dejan en la calle a violadores, todo con tal de perpetuarse en el cargo, todo por mantener un gobierno Frankenstein que hace aguas por todos los lados. En Valencia habrá que ver qué y quien tiene responsabilidades en lo ocurrido, quien pudiendo prevenir a la población no lo hizo, estoy convencido de que habrá responsabilidades penales, pero hay una frase que condena al propio Sánchez: “si necesitan recursos que los pidan”. Es de una falta de humanidad que revuelve las tripas de cualquiera. El gobierno señala a Mazón, supongamos que tienen razón y, si así es, ¿cómo es posible que el gobierno de España no actúe de inmediato? ¿Acaso pensaron que, si el presidente valenciano falló, que el pueblo se las apañe? El desamparo y el abandono con que fueron tratados miles de personas cargará para siempre, si la tiene, la conciencia de un gobierno fallido, ajeno al dolor de sus ciudadanos. Quizá esto explique, que no justifique, la reacción de algunos ciudadanos que no recibieron bien a Sánchez y Mazón, salpicando además al Rey y a la Reina contra los que no iba la protesta. Yo firmaré.