No salgo de mi perplejidad, el mundo se hunde y nosotros asistimos como televidentes a observar cómo, poco a poco, la destrucción asola nuestro entorno. Sé muy bien que seré tildado de catastrofista, pero un análisis mínimamente riguroso de los acontecimientos da sentido al título de esta columna. Ucrania o Gaza son dos ejemplos de la descomposición que acompañan a esa malentendida globalización que ha supuesto hacer nuestros todos los problemas mientras esperamos conocer sus ventajas que, con el paso del tiempo, no llegan nunca. Todos los problemas que sufrimos tienen un denominador común: una clase política a nivel mundial que ha caído en el cortoplacismo y la mediocridad. Con estos ingredientes es imposible atisbar a líderes que tengan alguna credibilidad para trasladar mensajes que puedan tranquilizarnos. Con Putin a un lado y Biden al otro, incluso con Sánchez como presidente rotatorio de esta Europa, o Corea del Norte con Kim Jong o la influyente China comunista, nadie puede esperar que la destrucción que padecemos pueda detenerse y mientras nosotros seguimos viendo la televisión y contando bombas y muertos como si nada nos fuera en este envite, ¡que error! Nos estamos jugando nuestro mundo, nuestro estilo de vida, nuestras costumbres y nuestra cultura, pero parece que renunciamos, un poco eso de meter la cabeza bajo la tierra y como si nada pasara. El gran Quino, con su Mafalda, nos hizo reír y quizá llorar al mismo tiempo, en su viñeta dibujaba a la rebelde Mafalda afirmando : “que se pare el mundo que yo me bajo”, pero, lamentablemente eso solo es posible en las viñetas del genial creador, pero no en la vida real, conozco a tanta gente que nos bajaríamos de este mundo que aquí quedarían solo los responsables políticos de las “desfeitas” que nos están endosando. Sería interesante seguirlos ahora sí, por televisión, para ver cuanto tardaban en llegar al canibalismo, pero ahora, nos tienen como rehenes a todos nosotros.
Mil millones de musulmanes repartidos por el planeta son el eco del conflicto de Oriente Medio, entre ellos hay de todo, espero que mayoritariamente gente de bien, pero también lobos solitarios o directamente terroristas dispuestos a morir al grito de Alá es grande mientras expanden su cultura e imponen sus costumbres allá por donde pasan. La mezcla de seres humanos es natural y está aceptada por el mundo moderno, lo que no está claro es que la mezcla de culturas pueda contribuir a un mundo mejor, de momento los datos no acompañan. En España, donde hemos sufrido todo tipo de terrorismo, las cosas no están mejor. Miles de migrantes llegan cada día a nuestro país sin control alguno y, en nombre de solidaridad, se les atiende y cuida, a veces se les subvenciona sin que nadie nos explique qué tipo de integración les ofrecemos. Los españoles que trabajan cada vez más, ven como cada vez son más pobres y ya hay estadísticas de personas pobres que trabajan. Hace no mucho tiempo con un sueldo se mantenían familias, se pagaban hipotecas y todavía se ahorraba para los estudios de los hijos o para comprar una segunda vivienda que nos permitía veranear o nos procuraba una renta para mejorar la economía familiar. La calidad de los gobernantes está en caída libre, pero no olvidemos que llegan al poder con nuestros votos, lo que nos convierte en cómplices cuando no en tontos útiles. Nuestro mundo es un Titanic que se hunde mientras nosotros hacemos de palmeros.