Y así nos va. La confianza es un elemento troncal en cualquier democracia consolidada y cuando el valor de la palabra pierde su esencia, la ciudadanía recurre a dimes y diretes cuando no se refugia en la gran fábrica de mentiras en la que se han convertido las redes sociales. Cuando el relato se impone a la verdad entramos en un oscuro túnel cuya salida es tan incierta como peligrosa. Galicia es víctima de muchas cosas, solo su resiliencia la empuja para superar todos los contratiempos que se le presentan y ahí está el valor de una sociedad que nunca se da por vencida y que no compra discursos alarmistas que solo buscan dañarla, en las tierras de Breogán la realidad se impone al relato por catastrofista que sea, por eso la izquierda no cuaja, porque sus mensajes vienen siempre acompañados de un tremendismo que nadie se cree. El asunto de los pellets que la izquierda trata de estirar hasta el absurdo es un ejemplo de la negra sombra que el extremismo quiere expandir por toda Galicia. Hubo un accidente, sí, se cayeron al mar en Portugal unos contenedores, sí, llegaron a las costas gallegas esas bolitas que el contenedor contenía, sí, está Galicia enterrada en pellets, no, es una catástrofe asimilable al Prestige, no, se están recogiendo en las playas los pocos pellets que han llegado, si, se ha dado un espíritu de colaboración entre administraciones para afrontar la situación, no. Así son las cosas pero, ya de paso, podemos también valorar el hecho de que hasta ayer, los pellets recogidos en toda Galicia no llegaban a los dos mil kilos pero, y ojo al dato, en esa limpieza que se está realizando, me cuentan que se han recogido, además de las bolitas, más de siete mil kilos de plásticos y residuos que “personas” han dejado en las playas o tirado al mar, quizá algunas de esas personas que sembraron esa basura, estarán hoy manifestándose, con sus vestiduras rasgadas, por las calles de Santiago. Y es que, queridos lectores, estamos en campaña electoral y ya saben, ¡vale todo! Curiosamente aquellos y aquellas que se dan golpes en el pecho diciendo amar a Galicia, están echando tierra sobre sus industrias, sobre sus pescadores, sobre la hostelería y el turismo que mueven la economía gallega. Escuchaba el otro día al patrón mayor de una cofradía dar un revolcón de categoría a todos los contertulios de un programa televisivo, incluido un ex ministro socialista que participaba como contertulio. Esa fue la mejor respuesta a esta “crisis” en la boca de un gallego practicante de los que madrugan para llevar un plato de comida a su casa, fue una intervención poco elaborada si ustedes quieren, pero fue un discurso que salía de un corazón herido frente a aquellos que pretendían arruinar su modo de vida, fue también una demostración de esa inteligencia natural que tienen los gallegos con la piel curtida por el sol y por el mar. Prepárense porque la campaña electoral oficial todavía no empezó, pero ya apunta maneras. En unos días visitarán Galicia todos los agoreros del mal para imponernos el relato de lo mal que está Galicia, de lo mal que vivimos, algunos llegarán más lejos y pondrán en tela de juicio la inteligencia de un pueblo que disfruta de una estabilidad envidiada en muchos territorios del estado. En Galicia se vive bien, muy bien y aún así queremos mejorar ¡claro!, pero no a base de comprar discursos de rencor y odio que la izquierda propaga con irresponsabilidad. “Si eles ofenden… ¡ti xa me entendes!”