No sé, no sé...

Sería un error, a mi juicio, considerar ‘a priori’ los resultados de las elecciones gallegas como un triunfo de Núñez Feijóo y un fracaso, paralelamente, de Pedro Sánchez. O una debacle de Sumar, de Yolanda Díaz, la gallega aspirante a la presidencia del Gobierno nacional que ni siquiera ha tenido un escaño en el marcador. Galicia es Galicia y lo que estaba en juego era la presidencia de la Xunta y la composición del Parlamento gallego, no mucho más. Aunque cierto es que, en clave nacional, convendría meditar sobre los errores cometidos en campaña y sobre lo que esos errores podrían significar en la acción política de nuestros responsables en el inmediato futuro. Y no me refiero solamente, conste, a la espinosa cuestión de la amnistía, que ahora, tras las urnas gallegas, retorna, imparable, a los titulares.


De acuerdo: el PP, quiero decir Alfonso Rueda, revalida la mayoría absoluta, podrá seguir gobernando en la autonomía más emblemática para el partido y consolida la posición del igualmente gallego Alberto Núñez Feijóo, quien, pese a sus patentes errores de comunicación, puede apuntarse algunos tantos en el triunfo, no aplastante, de la gestión de la Xunta. Y también de acuerdo: Sánchez, en la figura de Gómez Besteiro -que no traspasa la barrera del sonido--, comparte el varapalo con el candidato socialista a la Xunta, que se ha dejado muchas plumas en las urnas.


Lo que me parece que debería suscitar una mayor reflexión en el PSOE de Ferraz es el hecho de que se va desangrando en muchas autonomías: la primera, Andalucía; la segunda, Valencia; la tercera, Madrid; la cuarta, Castilla y León; la quinta, Aragón. Al PSOE le faltan candidatos ‘con garra’. Mantener la llama sagrada en Cataluña no basta, y menos en una Comunidad, como la catalana, en la que todo puede suceder, y todo sucede. Pero por el momento ya digo: Galicia es, nada más y nada menos, Galicia, y no cabe extrapolarlo todo a los resultados gallegos, que no se vaya a confundir Feijóo a este respecto. El líder ‘popular’ ha cometido deslices sin cuento y ha de reflexionar sobre este particular; pero enfrente tenía un candidato poco glamuroso y un conflicto como el de la amnistía, que sin duda ha jugado un papel en los resultados de las urnas. Sí, Sánchez está tirando demasiado de la cuerda. Y sus aliados, también.


Porque más aún que Feijoo debería reflexionar, a mi entender, Pedro Sánchez, cuyo partido se ha convertido en el farolillo rojo en Galicia, como puede serlo en Euskadi -tercera fuerza, compitiendo con el PP-- en las próximas elecciones autonómicas. Aparecen nuevas formaciones, de momento sin mucha pujanza, es la verdad, que se reclaman con diversas acepciones de la izquierda, a la vista de lo sucedido con Sumar y, sobre todo, con el fracaso estrepitoso de Podemos.


Atención y que no se deje el partido fundado por Pablo Iglesias hace 144 años llevar por la confianza que infunde una formación en teoría sólidamente implantada en el territorio nacional: el debate sobre la amnistía, la alianza con el Junts de Puigdemont, la inveracidad en muchos planteamientos oficiales, parecen estar causando estragos en el apoyo al PSOE de votantes afectos a la socialdemocracia. Que miren a lo que les ha ocurrido con el Bloque Nacionalista Galego, una formación mucho más ‘asequible’, menos distante, que el PSOE. 


Este, así, con estos modos, no es el camino, lo que no quiere decir, ay, que estemos al final de ese camino. Veremos si son capaces de rectificarlo, y hablo de los unos y de los otros. Y de los otros de más allá.  

No sé, no sé...

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