Llama la atención que, desde las diferentes corporaciones municipales, cofradías o asociaciones pesqueras se posicionen a favor o en contra de un sector productivo concreto, según sea el nivel de generación de riqueza y de empleo en su propio territorio. Estamos hablando de la guerra abierta entre los percebeiros y los bateeiros, en Galicia.
La Xunta de Galicia, más concretamente la Consellería do Mar, tendría que realizar un llamamiento a la calma y abrir la mesa del diálogo para que ningún sector resulte perjudicado, llegando a un consenso. La pasividad y la inoperancia de la Xunta no puede continuar por más tiempo si se quiere evitar algún tipo de desgracia personal, entre los trabajadores de ambos sectores.
Tanto el mejillón como el percebe, de Galicia, son dos especies importantes, con un valor gastronómico, social y económico contrastados, que nada tienen que envidiar a los procedentes de otros países. Ahora hace falta que todos puedan trabajar, con tranquilidad, y con un regulación específica que ocasione el menor daño posible a estos sectores extractivos.