Peregrinos y el respeto al patrimonio

A lo largo de los meses que permanezco en Santiago de forma permanente y al salir de mi trabajo como voluntario en Cáritas, dedicando a ello gran parte de la mañana, suelo hacer el mismo camino de vuelta a mi casa. Uno de los tramos que recorro todos los días es el de subir las escaleras que dan acceso en dos tramos a la plaza del Obradoiro. Diariamente, desde que la primavera comienza a ofrecernos los primeros brotes de buen tiempo, observo cómo cientos de personas, peregrinos de todo tipo, inundan esta plaza. Y observo también acciones nada recomendables por una gran parte de los que finalizan la ruta de la peregrinación. Muchos de ellos suelen situarse a la sombra que les acoge en las inmediaciones del pazo de San Xerome donde se ubica la sede central dela Universidad. Al abrigo de la sombra sacan sus viandas y configuran un picnic sin preocuparles lo más minino dónde están situados: zona monumental de una ciudad que es Patrimonio de la Humanidad. Los soportales del Ayuntamiento y Xunta de Galicia suelen ser el lugar para el reparador descanso al abrigo de las inclemencias climáticas en forma de muchos grados de temperatura, donde suelen colocar sus mochilas o sacos de dormir para disfrutar de un buen descanso. Todos estos recintos suelen quedar en pésimas condiciones de limpieza.


Los actos irresponsables de muchos de estos peregrinos ocasionales se vienen repitiendo con   demasiada frecuencia en los últimos tiempos. Citar los que con un rotulador muy marcado firmaron sus mensajes de finalización del camino y lo hicieron sobre piedras enlosadas de la plaza. Un acto totalmente repudiable y del que dejaron constancia ante la fachada principal dela basílica compostelana.


Con la finalidad de “garantizar el equilibrio y la convivencia entre las personas que visitan la ciudad y nos vecinos”, el concello de Santiago puso en   marcha unos equipos, formados por unas parejas, de informadores turísticos que tienen también como misión recordarle a los visitantes que deben disfrutar y proteger el patrimonio monumental.


La entrada en funcionamiento de los informadores no soluciona el problema del que les estoy hablando. Ellos se limitan a informar pero no tienen ni la misión ni la potestad –eso corresponde a otras figuras de servidores públicos– de recriminar las acciones dañinas que hacen muchos peregrinos. Su entrada en funcionamiento me parece bien pero no sirve para solucionar el problema que se viene arrastrando en los últimos meses que generan destrozos en el patrimonio y graves molestias a la ciudadanía. Y lo digo también puesto que su trabajo finaliza a la una de la tarde y es a partir de esa hora cuando los bocadillos, las pizzas y demás viandas suelen aflorar en la plaza.


Llevo días pensando escribir un comentario de estas características y me he decidido al ver el vídeo de tres peregrinos desenfundando sus sacos de dormir y situándose en las escalinatas de la plaza de Platerías como si de un albergue bajo las estrellas se tratase.


Desconozco quién tiene las competencias reales y totales para la defensa de nuestro patrimonio. Sea la administración municipal, la autonómica o la nacional, lo que sí es necesario es que hay que poner coto y fin a tanto desenfreno que se origina en torno al patrimonio. No estamos en ese tiempo donde todo vale. El legado que hemos recibido debe ser respetado y conservado. Dormir a la intemperie en la zona monumental, bañarse en la plaza de Platerías, o hacer un picnic en la del Obradoiro no es justo ni cívico. No vale todo y los responsables debe hacer valer la ley deben hacerla cumplir. Bajo el paraguas de la peregrinación no es todo válido.

Peregrinos y el respeto al patrimonio

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