El Gobernador del Banco de España finalizó el mandato y Pablo Hernández de Cos se despidió con la elegancia de un caballero y con la profesionalidad del eminente economista después de seis años al frente de una institución clave para la economía y el sistema financiero de España.
Haciendo gala de su profesionalidad e independencia, aprovechó las últimas horas en el cargo para advertir que “Europa se está quedando atrás con respecto al resto de grandes economías y España lleva ya más de una década sin conseguir converger de modo sostenido en renta per cápita con sus socios europeos”. Revertir estas tendencias, añadió, requerirá ambición y grandes acuerdos políticos, un tratamiento que lleva recetando desde el comienzo de su mandato, instando a los políticos a alcanzar “consensos” para evitar una parálisis del país.
Salta a la vista que el Gobernador tuvo poco éxito entre los políticos que se rigen por el dicho galaico “predícame frade que por un oído me entre e por outro me sae”. Sobre todo ahora cuando están rotos todos los puentes entre los líderes de los dos partidos mayoritarios. El mismo presidente del Gobierno fijó como objetivo en su investidura “levantar un muro” para aislar a la derecha donde está el partido mayoritario de la oposición, a la que desprecia y ningunea. Pero el Gobernador cumplió con su misión hablando alto y claro.
En su hoja de servicios sobresalen dos hechos. El primero, es la recuperación del prestigio del antiguo banco emisor, perdido tras la crisis de bancos y cajas después de la caída de Lehman Brothers. “La moral estaba por los suelos y la crisis reputacional era enorme”, dice en su carta de despedida. En segundo lugar hay que destacar la independencia y autonomía que mantuvo diciendo “las verdades del barquero” a pesar de vivir “un periodo plagado de sobresaltos” y a las muchas presiones que seguro recibió desde instancias políticas.
En mi condición de ciudadano informado confieso que profesaba poca devoción a la figura del Gobernador desde que sus antecesores en el cargo hicieron dejación de funciones en la supervisión de las entidades financieras que desembocó en la nacionalización, privatización o desaparición de las cajas. La historia será severa con ellos, pero la trayectoria de Hernández de Cos contribuyó a recuperar la fe en la institución.
El Banco de España es de las pocas instituciones “no colonizadas” por el Gobierno y ahora se abre la incógnita sobre la designación de sucesor o sucesora. Sobre eso decía en marzo de este mismo año: “Creo que es fundamental el consenso en los nombramientos de los responsables de las instituciones independientes, precisamente para reforzar la percepción de independencia y rigor técnico. En el Banco de España esa es la tradición y creo que es importante que se mantenga”. A ver si le hacen caso.