Hay que reconocer, después de ver programas como la ‘entrevista’ que Pablo Motos le hizo al presidente del Gobierno, que Pedro Sánchez parece estarse divirtiendo en esta peculiar, para él decisiva, campaña o precampaña electoral, llámese como se quiera, porque en el fondo son la misma cosa. Casi juega con los famosos que intentan ‘colarle’ preguntas más o menos incómodas o comprometidas. Dicen que dice en su entorno que está seguro de ganar y aseguran que en privado se muestra aún más burlón cuando habla de su principal rival, Alberto Núñez Feijóo. Este jueves, cuando los ‘pedros’ celebran su onomástica, Sánchez recibirá el regalo de ver que ciertas encuestas le hacen remontar --un poco-- frente a las posibilidades de victoria del Partido Popular, que con Vox aún parece poder formar el futuro Gobierno de España. O no... que diría Mariano Rajoy.
Porque hay que reconocer que a Sánchez le está saliendo mejor, hasta ahora, la campaña que a Alberto Núñez Feijóo. Escribo desde Galicia, donde asisto al Vigo Global Summit, en el que actúa un par de premios Nobel de Economía, y detecto un cierto aire de desencanto entre los paisanos del líder del PP. Feijóo es persona seria, a veces demasiado, que sería incapaz, contra lo que hace Sánchez, de aparecer en una entrevista con una oportuna pulsera LGTBI, y menos aún de reírse del presentador famoso que le entrevista. Feijóo se la juega menos en sus apuestas personales, porque toda su angustia se centra en que no le pregunten demasiado por lo que son, y pueden ser, sus pegajosas relaciones con Vox.
Tengo al líder gallego por persona veraz e incapaz de esconder el desasosiego que le produce el pésimo rumbo de las negociaciones para formar gobierno en, por ejemplo Extremadura, o la irritación ante los nombres indudablemente ‘ultras’ que Vox pone sobre la mesa para presidir, digamos, los parlamentos de Aragón o la Comunidad Valenciana.
También tengo a Feijóo, hacia quien confieso sentir afecto cimentado en un conocimiento de años, por persona que nunca utilizaría estas fechas preelectorales para mover, como hace Sánchez utilizando a ‘su’ presidente del Senado, una campaña sobre el presunto sobresueldo que el senador y presidente del PP recibe de su partido. Los asesores externos de Moncloa son gentes agresivas, que saben que poco altera más al votante que los recelos económicos o las excesivas desigualdades salariales. Y en el PP también parecen, en esto, incapaces de emitir una reacción adecuada.
Comprendo que, en estas circunstancias, en el ‘cuartel general’ de la calle de Génova anden recelosos ante la celebración de un presuntamente decisivo ‘cara a cara’, el próximo día 10, entre los dos rivales. Un duelo al sol en el que Sánchez, siempre tocado por la vara de la diosa Fortuna, aparece a primera vista como presunto ganador. Ya veremos. El presidente del Gobierno y secretario general socialista está en forma y tiene muchas bazas, entre ellas el BOE y los decretos beneficiosos emanados del Consejo de Ministros, para imponerse. Pedro Sánchez no se para en barras y sacará contra Feijóo toda una artillería que este no osará, y quizá tampoco sabrá, sacar contra su contrincante.