Es muy fácil entender lo que está pasando, tan fácil como difícil resulta entenderlo. Que la hipotética investidura de Sánchez necesita los votos de Bildu y de Puigdemont, entre otros, lo dice la aritmética parlamentaria, pero que el Psoe acepte estos interlocutores como válidos repele al sentido común y la mayoría de los españoles no lo entendemos.
Es obvio que en estas negociaciones tanto los herederos políticos de Eta como los secesionistas catalanes obtendrán réditos políticos que les acrediten como decisivos para la gobernabilidad de nuestro país y ahí está el problema, la gobernabilidad de España le trae sin cuidado tanto a Bildu como a Puigdemont, en su estrategia cabe perfectamente el “cuanto peor mejor”, es decir, cuanto peor para España, mejor para ellos. Y a estos Sánchez los quiere como socios con tal de conseguir su investidura, aunque el precio a pagar sea romper España que es, en definitiva, lo que buscan los socios de Sánchez. Una mala lectura de Maquiavelo hace entender al presidente en funciones que “el fin justifica los medios”, pero el propio Maquiavelo apostillaba que “cuando se tratara de una causa noble, buena” y este no es el caso.
La concesión de una amnistía para los golpistas catalanes supone poner de rodillas el estado de derecho ante quien lo violó, romper la igualdad de todos los españoles ante la ley y traicionar el espíritu de nuestra constitución. Un precio inadmisible y de consecuencias difícilmente imaginables. En lengua castellana supondría pedirle perdón a Puigdemont y decirle que tenía razón cuando él y sus fans decidieron romper España unilateralmente y pasándose la soberanía del pueblo español por el Arco de Triunfo. Fueron los propios socialistas, empezando por Sánchez, los que proclamaron a los cuatro vientos que la amnistía era inconstitucional, que nunca la negociarían y que el referéndum de autodeterminación era un imposible en democracia. Esos mismos que decían estas cosas, dicen ahora todo lo contrario y sin despeinarse. El mensaje a la sociedad es catastrófico, viene a decirnos que saltarse la ley puede ser muy rentable para el delincuente y con esa pedagogía vaya usted a saber a donde llegaremos. El pueblo español nunca avaló estas decisiones con su voto, entre otras cosas porque nadie le hizo tal propuesta en los programas electorales. La democracia no es, ni puede ser, tu dame tú voto y yo hago con el lo que me da la gana. Eso es prostituir la democracia y traicionar la confianza dada en forma de voto a los partidos políticos, segundo mensaje catastrófico para la sociedad, tú voto no vale para nada y el político, una vez votado, hará con el lo que mejor le convenga.
Nunca pensé que terroristas y separatistas pudieran marcar la hoja de ruta de todos los españoles, pero así parece ser. Decía un viejo amigo que “a veces pierdes, a veces ganas y a veces pierdes las ganas”, me temo que estoy muy cerca de la tercera opción, pero ya les digo que este desastre que Sánchez está cocinando, no será con el silencio de muchos españoles, desde luego no lo será con mi silencio.