Sánchez, mentiras arriesgadas

Dicen que se puede engañar a todos un tiempo, pero que es imposible engañar a todos todo el tiempo. Da la sensación de que la burbuja de palmeros que rodean al presidente le impide aceptar este axioma y se mantiene en el convencimiento de que puede engañar a todos y todo el tiempo. Va a ser que no. Son tantas las ocasiones en las que Pedro Sánchez ha dicho una cosa y su contraria que su palabra ha pasado a “bono basura” en términos economicistas. No hay un solo español, salvo en el universo “sanchista”, que no vea con meridiana claridad que la mayoría en la que Sánchez apoyó su investidura está rota, quebrada, hecha añicos. Querer mezclar agua y aceite resulta misión imposible desde el punto de vista científico. PNV y Bildu son antagonistas, en casi todo, haciendo inviable su coincidencia en políticas económicas, Junts y ERC son, si cabe, más antagonistas que sus socios vascos y por lo tanto Frankenstein hace aguas por todos los lados. Ese es el problema de Sánchez que se compromete con Bildu y con ERC a cosas que se dan de bruces con los compromisos que alcanza con PNV y Junts. Pero las mentiras arriesgadas tienen un tiempo de carencia y, cuando se acerca la fecha de caducidad aparecen las fisuras que desnudan a Sánchez ante los ojos de toda España. El revolcón que el PSOE llevó esta semana en el parlamento equivale a la “cuestión de confianza” que Puigdemont exigía a Sánchez, y la ha perdido. La teoría que los socialistas defendían se ha desvanecido: ni ganó las elecciones ni la aritmética parlamentaria le arropa ya. Ahora sí es cuestionable la legitimidad de Sánchez para mantenerse en el poder y la razón es bien sencilla: ni cuenta con el voto popular ni con mayoría parlamentaria. Se mantiene en la Moncloa anclado en una falsedad, un poco, o mucho, como Yolanda Díaz, una vicepresidenta que no se sabe a quién representa, pero ahí está. Y cuando Sánchez se ve invalidado recurre al “bombero pirómano” que lleva dentro: la culpa es del PP. No señores socialistas, no mientan, no creen un “relato” retorciendo la realidad porque eso es pretender engañar a todos todo el tiempo y ya no cuela. A ustedes les falló Junts, su socio de investidura que es quien les retiró el voto y les convirtió en minoría. El PP no fue ni llamado ni consultado, ni tan siquiera se le pidió el voto favorable para su decreto “ómnibus”. No se le propuso negociación alguna, pero esto, que es la verdad, a ustedes, señores socialistas, les trae sin cuidado y se montan un relato en el que omiten a Junts y culpan al PP hasta la desvergüenza del ministro Bolaños que llegó a decir que fue el “PP, en compañía de otros” el que tumbó sus decretos en el parlamento. He criticado pronunciamientos de líderes del PP cuando me parecieron inconvenientes, errores de bulto que el partido de Feijoo ha cometido en declaraciones públicas, pero en esta ocasión, si se es fiel a la verdad, no tienen culpa alguna. Todo se deriva de un gobierno débil, con mil ataduras y millones de dependencias al que su argumentario de mayoría aritmética se ha roto para siempre. Sánchez seguirá en la Moncloa, con las manos atadas y sin poder gobernar, también flotan los corchos en el mar para perderse en el horizonte. Sánchez y su gobierno es, hoy por hoy, la orquesta del Titanic, que hace sonar sus instrumentos mientras el barco se hunde, Sánchez no comparte nada con Méndez Núñez que dijo: “Más vale honra sin barco, que barco sin honra”.

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