La toma de la capital y otras tomas

Un fin de semana como para quedarse en casa: entre la oleada de frío y lluvia que nos viene, la tractorada que quiere ‘tomar’ la capital y el desánimo que nos produce la política oficial y oficiosa, la verdad es que la cosa no se presenta muy brillante.


Sigo sin entender que, ante la situación que se está creando, no se haya convocado un consejo de ministros extraordinario para este viernes, que implemente medidas urgentes de negociación para frenar la marcha de los agricultores, que piensan incluso en paralizar Madrid, y también para preparar una respuesta a la gran pregunta que ahora inquieta en Ferraz y en La Moncloa: ¿qué pasa si la amnistía no sale adelante y a Puigdemont, en su desvarío, le da por apoyar una moción de censura contra el Gobierno? Pero descuide: importa más la campaña electoral gallega -allí planea estar Pedro Sánchez, entre otros miembros del Ejecutivo, este fin de semana- que esa angustia que embarga al país entero.


Por supuesto que no culpo al Gobierno, no principalmente al menos, de la situación creada por la protesta de los tractores que están paralizando tantas carreteras y cuyos conductores, los agricultores, están protagonizando inquietantes escenas rayanas en la violencia y en enfrentamientos con la Guardia Civil. Las molestias y dificultades que pueden causarse a los ciudadanos este fin de semana, incluyendo el boicot a los premios Goya, amenazan con hacer desaparecer la corriente de simpatía en la opinión pública hacia la causa de los agricultores, primando en los titulares los disturbios, las multas y los atascos monumentales antes que las reivindicaciones, nacionales y europeas, del campo, tan olvidado... hasta ahora.


Ignoro, y sospecho que el propio Gobierno también lo ignora, si hay una ‘central organizadora’ de la marcha de los agricultores. No creo que haya, contra lo que a ellos les gustaría aparentar, un partido político tras la movida, ni siquiera sobre una proyectada marcha sobre la sede del PSOE este sábado. Ni es ideología alguna, sino los intereses concretos, lo que domina sobre los disturbios que el jueves paralizaron Barcelona y este sábado puede causar serias alteraciones en la vida de la capital.


Claro, si usted lee los periódicos de los últimos días estará autorizado a pensar que en el seno del Ejecutivo debe existir una considerable inquietud, y no solo, desde luego, por la ‘tractorada’ y la ‘marcha sobre Madrid’. Porque el intento de sacar adelante la amnistía a los implicados en el ‘procés’ se le está complicando no poco a Pedro Sánchez, ahora con la intervención del Parlamento europeo, que parece tomarse en serio la ‘conexión del Kremlin’ con Puigdemont y sus seguidores. Un caso que no pasa, por ahora, de una instrucción judicial, pero que, en último extremo, puede ser un factor más que dé al traste con la aprobación parlamentaria de esta ley. Y, si no hay aprobación, no hay apoyo de Puigdemont y Junts a la permanencia de Sánchez en La Moncloa. Y me temo que esto inquieta más al presidente que la voz airada del campo.


Así que ya digo: considero una falta de reflejos notable el hecho de que el Gobierno no haya creado un ‘Gabinete de crisis’ para atender los varios frentes abiertos ante sí. Ni el Ministerio del Interior basta para frenar la tractorada y sus consecuencias, ni el ministro Albares es suficiente para silenciar el clamor suscitado en Europa por las investigaciones judiciales a raíz de la tramitación de la amnistía, ni el triministro Félix Bolaños puede actuar como único bombero ante el incendio, ni Luis Planas, un pundonoroso ministro de Agricultura que no gusta a los agricultores.

La toma de la capital y otras tomas

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