Cuando esto escribo, preparo una maleta de urgencia para viajar, con otros tres compañeros, a la jornada de cierre de la campaña electoral catalana, la más aburrida y, sin embargo, atípica, que yo haya conocido en mucho tiempo. Ahí es nada, con un serio candidato a ocupar la presidencia de la Generalitat haciendo sus mítines en el sur de Francia porque está procesado por delitos que las reformas a marchas forzadas del Código Penal no han logrado disipar y, por tanto, no puede entrar en territorio catalán, o sea, español, so riesgo de ser encarcelado.
He coincidido con quien va a ser uno de mis tres acompañantes a la Ciudad Condal en un breve recorrido previo por Andalucía, del que acabo de regresar, y me parece que al menos en esto pensamos lo mismo: en Madrid no tenemos ni idea de lo que ocurre política, social y hasta económicamente en Cataluña. Y al resto del país, empezando por esa potencia emergente que es Andalucía, lo que ocurra en Cataluña empieza a importarles un pimiento. Lo que es, dictaminamos ambos, grave. Muy grave. Es el comienzo de la desmembración de una nación.
Realicé, junto con mi colega Federico Quevedo, con quien mantengo un ‘podcast’ político desde hace algunos meses, una entrevista al ‘conseller’ Carles Campuzano, ex diputado en el Congreso y miembro ‘templado’ del Govern de Esquerra Republicana de Catalunya, y le pregunté precisamente por lo que más arriba he escrito, por el desconocimiento que el resto de los españoles tenemos sobre lo que está ocurriendo y vaya a ocurrir en Cataluña. Campuzano, persona razonable y con sentido del humor, muy lejano del talante de Puigdemont y bastante cercano, en cambio, creo, al del president Pere Aragonés, me da la razón. Y trata de desmontar lo que en ‘Madrid dais por descontado’: que el socialista Salvador Illa vaya a ganar por tanta diferencia que nadie le podrá disputar la presidencia de la Generalitat. Porque Campuzano de ninguna manera descarta algo que en los cenáculos y mentideros de la capital de España se da por imposible: un pacto forzado, de última hora, entre Esquerra y Junts. Un pacto por la independencia, dejando al ganador Illa en la cuneta. Ignoro si el ‘pacte per la independencia’ puede ser una realidad posible y, menos, probable: lo que sí puedo afirmar es que en los ‘estados mayores’ de los dos partidos no se descartaría ‘a priori’... Claro está, si los números poselectorales permitiesen una mayoría Junts-ERC-CUP, que es algo que hoy por hoy no avala la mayoría de las encuestas, pero quién sabe...
La debilidad de Illa a la hora de gobernar tras ganar, que ganará, en votos y escaños es que el resto de los constitucionalistas no le apoya. El sí lo es, constitucionalista digo, pero sospecho que, a la hora de la verdad, si necesitase un par de escaños para formar Govern y hacerse con la Generalitat, el Partido Popular, que se dedica a susurrar que el ex ministro de Sanidad y el PSC son, en realidad, filo independentistas, no le prestaría esos dos escaños. Creo que tendré ocasión de preguntárselo dentro de no muchas horas al propio candidato ‘popular’, Alejandro Fernández.
En todo caso, creo que se trata de una muestra más, la de la ‘caza a Illa’, de la ignorancia que ‘en Madrid’ se tiene con respecto a lo que pasa en Cataluña, y de cómo todo se analiza en clave nacional: una victoria de Illa sería como una victoria de Pedro Sánchez; así que, si disparamos contra Illa, disparamos en realidad contra el enemigo principal, o sea, contra el propio Sánchez.
Estrategia equivocada, coincido con dos de mis colegas, pero no con el tercero, fuertemente aferrado a las tesis clásicas de ‘leña al candidato socialista’ porque piensa que en Cataluña, cuanto peor salgan las cosas, es decir, una victoria de Puigdemont y/o una alianza de los independentistas, mejor: así se radicalizarán las posturas del Gobierno central con respecto a lo que ocurre en tierras catalanas. Incomprensible, pero este recurso ‘al palo’ de la aplicación del artículo 155.