Maruxa Costas, exalumna de La Akademia: “No es un proceso solo individual, sino que promueve el amor propio entre los demás, favoreciendo una ética del amor”

Maruxa Costas, exalumna de La Akademia: “No es un proceso solo individual, sino que promueve el amor propio entre los demás, favoreciendo una ética del amor”
Maruxa Costas, exalumna de La Akademia. I NURIA URÍA

El proyecto social de La Akademia pretende ser una ayuda complementaria a la terapia psicológica que se ofrece tanto en la salud pública como privada. Trata de ayudar a jóvenes de entre 18 y 23 años a entender sus propias emociones, las de los demás y trabajar en ellas de forma conjunta y aprendiendo un lenguaje psicológico que no se suele enseñar. 

 

En A Coruña, La Akademia lleva ofreciendo desde el año 2017 diferentes cursos en los que una serie de colaboradores se unen para ofrecer a aquellos interesados diferentes formas de abordar cuestiones de la vida cotidiana que se les puede estar haciendo complicado de sobrellevar por unas razones u otras. Asimismo, aquellos que en un pasado fueron “aprendices” pueden llegar a ser parte de los “maestros”, pasando así a ser parte de La Akademia, ya sea encargándose de las redes sociales, diseñando carteles o impartiendo talleres que se añadirán al itinerario de sus cursos. 


Si hay algo que nos queda claro es que La Akademia es un proyecto que consigue sacar el mejor lado de las personas, haciendo que colaboren de manera completamente gratuita en las actividades que se realizan. Es un intercambio que se basa en querer ayudar a las personas y nutrirse de las buenas experiencias que nacen de ello. De ahí que haya tantos “exalumnos” que deseen formar parte de la comunidad de La Akademia, la cual va día a día creciendo más. Es así como nos encontramos con personas como Maruxa Costas, quien ha participado en el curso del año pasado de La Akademia y ha terminado con una experiencia tan positiva que ha decidido sumarse al ekipo con “k”. 


Su testimonio y experiencia es importante, no solo porque representa a otros jóvenes que han pasado por algo similar, sino porque es única y demuestra que La Akademia es un lugar en el que cada persona puede mostrar su autenticidad sin miedo.  


¿Cómo descubriste La Akademia? 

 

La descubrí porque mi terapeuta me mandó un artículo que hicieron el año pasado en otro medio y justo estaba buscando algo así, ya que donde yo estaba estudiando no encontré un espacio seguro. Entonces estaba en busca de un entorno en el que pudiera conocer gente con mis mismos valores y en el que pudiera aprender cosas nuevas aparte de lo que ya estaba estudiando. Cuando lo vi y lo empecé a leer fue como “a ver qué sale de aquí”.  

 

Ya en la primera entrevista me encontré con María Álvarez, con quien hablé y así empecé entrando a lo desconocido, porque en realidad, aunque tú lees el artículo no sabes cuál es es el plan pedagógico o qué es más o menos lo que tratan las sesiones. Una vez llegas al taller te encuentras con algo muy distinto, ya que cada año los facilitadores son personas diferentes o los talleres se enfocan desde un punto de vista que depende mucho quiénes los impartan.  

 

Pero sí, al principio vas con esa incertidumbre porque no sabes qué es lo que te vas a encontrar porque, por ejemplo, me han comentado que este año el taller del eneagrama se enfoca de forma muy diferente en comparación al que di yo como alumna. Esto depende mucho de las personas que lo den, ya que, aunque es lo mismo, cada uno tiene unos estudios diferentes y, por ello, deciden qué enfoque darle al taller. 

 

A grandes rasgos, ¿cómo fue tu experiencia? 

 

Muy bien, muy bien. La verdad es que me ayudó mucho porque, como dije, estoy yendo a terapia, así que una cosa ha potenciado la otra.  

 

Cuando llegué a La Akademia vi que los trimestres de duración del curso se dividían también en tres bloques diferentes. El primero de estos bloques fue bastante dirigido a lo que es la mente y el funcionamiento de esta. Después se habla de las herramientas que existen para entender cómo funciona, cómo llegas a tus razonamientos, cómo te expresas con las demás personas... Y eso también me ayudó mucho a poder comprender el proceso terapéutico en el que yo estaba y al revés, es decir, la terapia también me ayudó a asimilar muchas de las explicaciones que nos daban en los cursos. 

 

Digamos que, si no estás con un proceso terapéutico, cuando tú empiezas con La Akademia, hay muchas cosas que aprendes de cero. Sin embargo, cuando ya has tenido contacto con un experto hay cosas que, de por sí, tienes de base o de las que ya has oído hablar, por lo que se potencian unas con otras porque las vas complementando. Y para mí eso fue maravilloso. 

 

¿En qué aspectos sientes que La Akademia te ha ayudado más? 

 

Sobre todo, me ha ayudado a entender cómo el cerebro funciona a nivel de programación neurolingüística, el eneagrama... Y más. Comprendes cuáles son las formas que tú tienes de actuar desde tu propia personalidad, a lo que se le suma también cómo tu cerebro funciona para llegar a diferentes comportamientos y acciones.  

 

Al final, el cerebro no funciona de manera aleatoria, sino que todos tus comportamientos y el cómo llegas a ciertos razonamientos ocurren porque tu cerebro está acostumbrado a “X” cosas o porque te han educado de una forma que favorece que integres cierto tipo de comportamientos antes. Entonces, entender eso también es entender qué cosas se han integrando en ti, ¿no?  

 

También está el poder comprender qué es “eso” que tú sientes, al mismo tiempo que también lo comprendes aplicado a otras personas. Aprendes a dar empatía y a pensar que cada uno es un mundo y que lo que te pasa a ti le puede suceder exactamente igual a otra persona, pero hay factores que os diferencian.  

 

Es lo que hablábamos antes también, que no es un proceso solo individual, sino que es colectivo de amor propio y amor entre los demás, favoreciendo una ética del amor. Realmente aprendemos los unos de los otros. Creo que eso es algo que no se nos enseña, por ejemplo, en el modelo de la educación del instituto o la escuela, donde tú vas y a ti te enseñan. En La Akademia, sin embargo, aprendes a que con las cosas que tú sabes, simplemente por el hecho de ser persona, eres capaz también de aportarle a los demás. Y a mí me gustaba mucho, o sea, me daba mucho amor cuando salíamos de un taller los viernes y el sábado por la mañana los facilitadores nos mandaban un mensaje por el grupo y decían “ayer aprendí esto con vosotros porque me lo habéis enseñado, porque me habéis dicho esto que no lo conocía y lo he estado leyendo y he estado investigando sobre ello”. 

 

¿Tienes alguna anécdota que recuerdes con cariño de las sesiones de La Akademia? 

 

Creo que fue en uno de los primeros talleres que hicimos, donde íbamos caminando por la sala y nos dijeron que a quien nos encontráramos le teníamos que decir algo bonito. Y luego nos dijeron “vale, ahora tenéis que hacer lo mismo, pero cuando os encontréis con alguien le tenéis que decir algo que no sea agradable”. Entonces empezamos a andar por la sala y nos miramos los unos a los otros, luego miramos a la facilitadora y terminamos diciéndole “no queremos hacer esto”. No se escuchó una sola palabra mala.  

 

Es como que nos dimos cuenta de que aquí no hay espacio para decir cosas malas a propósito. Así que al terminar después nos dimos un abrazo y fue muy bonito. Me acordé el otro día y me dio como un... No sé, se me llenó el corazón. Es un tipo de energía que no encuentras en todos los ciclos. 

 

Y, bueno, hay que tener en cuenta que fue el primer taller. Hay un trasfondo, precisamente, que consiste en que nos cuesta decir algo que consideramos que no es positivo. Por eso muchas veces no somos capaces de poner límites, ya que nos cuesta muchísimo decirle a una persona “esto no me gustó”. 

 

Por último, ¿qué le dirías a otros jóvenes como tú para animarlos a que prueben La Akademia? 

 

Yo creo que les diría que no tuvieran miedo de sentir y abrir un mundo nuevo. Cuando tú empiezas a entender en qué consiste la educación emocional tienes que quitarte el miedo de aprender cómo funciona tu mente o cómo poner límites. Sobre todo, consiste en no temerle a romper tus creencias, con eso que te han educado y a lo que te has ido acostumbrando con el paso de los años.  

 

Es cierto que muchas veces romper las creencias da miedo porque eso supone tener que enfrentarte a tus propios valores. Al final, es esencial romper con ello y ser capaz de asumir que igual no lo estás haciendo del todo bien, no porque seas una mala persona, sino simplemente porque no te han enseñado a hacerlo de otra forma. Vas poco a poco cambiando tus propios hábitos, pero es un esfuerzo muy grande para algunas personas porque piensan que van a ser rechazadas por ello.

 

Asimismo, es aprender que el cambio y el aprendizaje es algo que todos nos merecemos, ya que todo el mundo tiene derecho a equivocarse y a hacer las cosas mal, pero también a aprender, que es algo natural. Creo que esto es también un mensaje que no solo le diría a quienes se quieran apuntar a La Akademia, sino que se lo diría a toda la sociedad. Siento también que hay que quitarse ese estigma de “vaya, esto es para hippies”. Es otra forma de entender las cosas que te rodean y a ti mismo. 


Hay que ser consciente de que todos tenemos fallos, pues todos somos humanos, pero también tenemos derecho a cambiar y a equivocarnos porque no somos robots. Es otra faceta del ser humano, una parte más espiritual. Las enseñanzas de La Akademia van un poco enfocadas a eso: hacemos meditación, hablamos mucho del ego, las características de la personalidad... Pero no solo nos limitamos a eso, sino que tocamos un poco todos los puntos. En otros talleres también hemos tratado la educación sexual, el tema de la protección de datos... Bueno, está abierto a todo.  


Pero es muy importante que no le tengas miedo a todo esto porque descubres cosas de ti, de tu mundo interior y de cómo funcionas. Y eso es lo más bonito de todo. 

Maruxa Costas, exalumna de La Akademia: “No es un proceso solo individual, sino que promueve el amor propio entre los demás, favoreciendo una ética del amor”

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