Argentina despide a Francisco con una emotiva misa ante miles de personas

El arzobispo de la ciudad, Jorge García Cueva, hizo un llamamiento a "completar como Iglesia y sociedad" el legado del sumo pontífice
Argentina despide a Francisco con una emotiva misa ante miles de personas

Miles personas asistieron este sábado a la misa exequial celebrada en las puertas de la catedral de Buenos Aires en honor al papa Francisco, oficiada por el arzobispo de la ciudad, Jorge García Cueva, quien hizo un llamamiento a "completar como Iglesia y sociedad" el legado del sumo pontífice.

 

La ceremonia comenzó a las 10.00 hora local (13.00 GMT), mientras miles de fieles, curiosos y argentinos orgullosos de haber tenido un papa de su país iban llegando por la Avenida de Mayo con banderas, estampas y rosarios en la mano.

 

Desde el altar, emplazado en las escaleras del templo, García Cueva habló con emoción y, en algunos momentos, con la voz quebrada por el dolor compartido por la partida de Francisco.

 

"Lloramos porque se murió el padre de todos, lloramos porque no terminamos de dimensionar y comprender su liderazgo internacional", dijo ante los congregados.

 

Estuvieron presentes los cuatro obispos auxiliares, los monseñores Iván Dornelles, Alejandro Pardo, Alejandro Giorgi y Pedro Cannavó, así como otros obispos de las diócesis de Argentina y sacerdotes de la Archidiócesis de Buenos Aires.

 

También asistieron referentes de clubes parroquiales de distintos barrios de la ciudad, que resaltaron la cercanía y el legado del papa en sus comunidades.

 

"Nos dejó muchas enseñanzas, sobre todo la humildad, la pobreza, que todos somos iguales. No porque estemos ocupando un servicio somos más que los demás, al contrario", dijo a EFE Cecilia Ojeda, una monja argentina.

 

Norma Toledo, otra religiosa, agregó: "Y que también nos disculpe al pueblo argentino, por todo lo que tiene que ver con la política, no lo hemos sabido comprender, lo hemos juzgado, es así. Y me hubiera gustado que pudiera venir o quedarse un poco más con nosotros".

 

"Estoy tan agradecida porque fue realmente un papa para el mundo. No le importó raza ni credo", expresó, por su lado, la jubilada Amanda Ruiz en la Plaza de Mayo, donde se levanta la catedral de Buenos Aires.

 

Para la celebración de esta misa se desplegó un gran operativo de seguridad que incluyó el corte parcial del tránsito en las calles aledañas a la Playa de Mayo, la catedral y la Casa Rosada (sede del Gobierno), que terminó siendo desmedido ante las pocas miles de personas que asistieron a la ceremonia.

 

También se esperaba una mayor concurrencia en la vigilia organizada por las juventudes de distintos movimientos sociales, para la que fueron instalados numerosos cuartos de baño portátiles en previsión de que una multitud pasara la noche allí, pero apenas logró reunir a unas 70 personas.

 

El legado de Francisco

 

La jornada de este sábado en Argentina sirvió para recordar las enseñanzas de Francisco.

 

“Recordemos palabras del papa cuando nos decía: ‘Al mundo de hoy le falta llorar. Lloran los marginados, lloran aquellos que son dejados de lado, lloran los despreciados, pero aquellos que llevamos una vida más o menos sin necesidades no sabemos llorar", dijo el arzobispo de Buenos Aires, cargo que ostentó Jorge Mario Bergoglio antes de ser sumo pontífice.

 

"Francisco, como buen padre, fue padre de todos, pero especialmente se ocupó de los más frágiles, tuvo predilección por los últimos, por los marginados, por los enfermos, por los descartables de la sociedad", agregó García Cueva.

 

A su vez, destacó que “Francisco, a lo largo de su pontificado, desenmascaró proféticamente a varios demonios que hacen sufrir mucho a la humanidad”.

 

En ese sentido, habló de la guerra, “que favorece la ganancia siempre de unos pocos, en detrimento del bienestar de enteras poblaciones” y del demonio de la exclusión, de la cultura del descarte y la indiferencia”.

 

También se refirió a la “ebullición de formas insólitas de agresividad, de insultos, de maltratos, de descalificaciones, de latigazos verbales”, que el papa llamó “el terrorismo de las redes”.

 

Luego procedió a dar la comunión a los concurrentes, entre los que se encontraban la vicepresidenta de Argentina, Victoria Villaruel; el alcalde de la ciudad de Buenos Aires, Jorge Macri; y el gobernador de la provincia de Buenos Aires, el peronista Axel Kicillof.

 

Hacia el final de la ceremonia llegaron distintas agrupaciones políticas y movimientos sociales que se sumaron con bombos y pancartas a la caminata en abrazo al sumo pontífice alrededor de la Plaza de Mayo, previo al aplauso espontáneo de los concurrentes y la entonación del Himno Nacional. 

 

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