La Fundación ANAR mostró su “preocupación” ante el incremento de los intentos de suicidio y de las ideas suicidas en menores en la última década en España e indicó que son “infrecuentes” los suicidios colectivos.
Los Mossos d’Esquadra apuntaron al suicidio como principal hipótesis en el caso de las dos gemelas de Sallent (Barcelona) que se precipitaron desde un tercer piso este martes.
Fuentes cercanas al caso explicaron que la policía catalana encontró dos cartas manuscritas de las niñas y dos sillas cerca de la barandilla del balcón del piso. Una de las hermanas de doce años falleció, mientras que la otra resultó herida grave y fue hospitalizada en el Hospital Parc Taulí de Sabadell.
“Están creciendo de forma muy preocupante, la tasa de incremento es altísima, se multiplican casi por 26 los intentos de suicidio en los últimos diez años y casi por 24 las ideas de suicidio. Y el incremento ha sido mucho más significativo desde el covid, en los últimos tres años”, explicó el director de Programas de la Fundación ANAR, Benjamín Ballesteros.
Lo que es más “infrecuente”, según precisó son intentos de suicidio de dos hermanos. “Es un caso más infrecuente, normalmente son casos individuales, no de forma colectiva”, ha indicado.
En todo caso, lo que sí ocurre muchas veces, según puntualizó, es que se produzca un “efecto contagio” si los menores están pensando en acabar con su vida y recurren a internet, donde encuentran a otros menores que justifican el suicidio como método para resolver un problema e incluso explican cómo hacerlo.
Respecto a los grupos de riesgo, Ballesteros explicó que los menores más vulnerables son el colectivo de los adolescentes con discapacidad, menores de familias migrantes, del colectivo Lgtbi; y advirtió, en concreto, de un grupo que suele pasar desapercibido pero que “preocupa” a ANAR, el de los menores de diez años.
En el caso de estos niños tan pequeños, el principal problema asociado es el acoso escolar y, en los mayores de diez años, otros problemas asociados, dentro del bloque de la violencia, son el maltrato físico intrafamiliar, el maltrato psicológico, también el acoso escolar, las agresiones sexuales o la violencia de género. Por otro lado, en el bloque de la salud mental, los principales son los problemas psicológicos, trastornos de conducta alimentaria, tristeza o depresión.
Ballesteros también pidió estar atentos a las autolesiones, “el mayor predictor de la conducta suicida”, y a la verbalización de pensamientos como “‘quiero terminar con todo’ o ‘ya no puedo más’”. “No hay que pasarlo por alto, hay que prestarle la atención adecuada”, avisó.
Para ello, recordó que la Fundación ANAR pone a disposición dos teléfonos: el 900 20 20 10 para los propios niños, niñas y adolescentes en riesgo; y el 600 50 51 52 para familias y colegios. En estas líneas, los menores y familiares reciben la atención del equipo psicólogos, especializado en conductas suicidas y en la resolución de problemas que hay detrás.
Según los últimos datos, ANAR consiguió salvar a 9.637 niños, niñas y adolescentes la última década, 3.097 de los cuales les llamaron habiendo iniciado ya el intento de suicidio.
Ballesteros advirtió de que hacen falta más psicólogos especializados en la atención a la infancia en la sanidad pública. “No puede esta colapsado, no puede ser que tarden mucho en dar cita, y luego cada quince días o cada mes, eso no es eficaz”, apuntó.
También llamó a los medios de comunicación para que tengan “cuidado” a la hora de dar este tipo de noticias, porque, según precisó, aunque es importante hablar del suicidio, no se debe contar “nunca” el procedimiento utilizado pues puede dar una idea a otras personas en riesgo.