Miguel Hurtado, que sufrió abusos sexuales por parte del monje de Montserrat Andreu Soler a los 16 años, ha recogido ya más de 32.600 firmas para pedir al Gobierno una Comisión de la Verdad que investigue todos los abusos a menores en la Iglesia católica, en clubes deportivos y en otras instituciones.
Hurtado, que ha iniciado su campaña de recogida de firmas en la plataforma change.org, ha recordado que en su adolescencia él fue víctima de abusos por parte del monje benedictino que durante 40 años era el responsable del grupo de escultismo del monasterio y que en aquella época los responsables de Montserrat "aplicaron a rajatabla el manual de encubrimiento católico".
Tras 20 años de silencio, en enero de 2019 Hurtado denunció su caso en el documental de Netflix "Examen de conciencia" y la abadía de Montserrat abrió una investigación que concluyó que efectivamente Soler había sido "un depredador sexual" que había abusado durante décadas de al menos una docena de adolescentes.
Aunque el abad de Montserrat, Josep María Soler, pidió perdón públicamente por lo sucedido en las décadas anteriores e intentó compensar económicamente a Hurtado, este ha seguido reivindicando la constitución de una Comisión de la Verdad que destape "el dolor y sufrimiento" y "las vidas rotas" causadas por la pederastia en el seno de la Iglesia.
"España tiene el dudoso honor, junto con Italia, de ser el único país desarrollado donde no se ha realizado una investigación oficial sobre la magnitud del problema, sus causas y consecuencias y lo más importante, qué medidas debemos adoptar como sociedad para garantizar la verdad, la justicia, la reparación y otorgar garantías de no repetición a los supervivientes", ha argumentado Hurtado.
Esta semana, por primera vez, el Congreso va a debatir una iniciativa de Podemos, Bildu y ERC para crear una comisión de investigación de la pederastia en la Iglesia española, pero, según Hurtado, "es necesario aumentar el nivel de ambición y realizar un importante esfuerzo para lograr aunar el máximo consenso posible".
Hurtado recuerda que la Iglesia no es la única institución golpeada por la lacra de la pederastia y que hay otras instituciones deportivas, de jóvenes o centros de menores tutelados donde han ocurrido casos cuyas víctimas "merecen el mismo respeto, comprensión y apoyo que los supervivientes de pederastia clerical".
"No caigamos en la trampa de crear víctimas de primera y de segunda en función de lo mediáticos que sean los casos. Además, una comisión parlamentaria no es el mejor foro, por falta de capacidad, para dar voz a las decenas de miles de abusos sexuales en instituciones que necesitan compartir su historia para poder sanar y dejar testimonio oficial de los delitos que sufrieron", aduce.
Según Hurtado, "hace falta una Comisión de la Verdad liderada por expertos independientes, con amplios poderes de investigación y recursos materiales y humanos suficientes, como la Real Comisión australiana sobre abusos sexuales en instituciones, el "gold standard" (patrón oro) internacional en este ámbito de derechos humanos".
"Para hacer las cosas bien, y no volver a fallar a las víctimas implementando de forma apresurada un modelo fallido, es imprescindible un debate sosegado, pausado y en profundidad", añade.
Para ello, propone que el Congreso cree una comisión parlamentaria, con una duración limitada de seis meses, invitando a expertos nacionales y extranjeros, organismos internacionales, colectivos de víctimas y organizaciones de protección a la infancia, para investigar y debatir los diferentes modelos de Comisión de la Verdad posibles.
Al finalizar su trabajo, según Hurtado, debería presentar una propuesta avalada por el mayor número de grupos parlamentarios posible y con una estimación presupuestaria de los recursos necesarios para su implementación.
El pleno del Congreso "puede entonces aprobar una ley consensuada ambiciosa, racional y bien financiada autorizando la creación de la Comisión de la Verdad española sobre abusos sexuales en instituciones".