Detrás de Llombi, una marca artesanal que combina sostenibilidad y esencia, se encuentra Laura Lombardía Queijo, una joven de 26 años natural de Cecebre (Cambre). Economista de formación, Laura encontró en el arte del crochet una vía para reinventarse y construir una marca que no solo destaca por sus productos únicos, sino también por su historia personal y su compromiso con el medio ambiente.
“En mis redes sociales me gusta hablar en plural, tengo a mucha gente respaldándome. Mi pareja, por ejemplo, me acompaña a todos los markets. Cuando conseguí mi licenciatura en Economía, buscaba esa estabilidad soñada. Decidí opositar, pero no era lo que imaginaba. Necesitaba luz en mi camino”, comparte Laura, quien encontró inspiración en los videos de punch needle que aparecían constantemente en sus redes sociales.
“Siempre fui creativa y mañosa, cualidades que heredé de mis padres. Así que me animé a comprar materiales y probé suerte”. Lo que empezó como un hobby pronto evolucionó en un proyecto más ambicioso: el nacimiento de Llombi.
Los comienzos de Llombi
Inicialmente, Laura creaba diseños que luego bordaba en tote bags. Su primera sorpresa llegó al compartir una de estas bolsas en redes sociales: “En menos de 12 horas, ya tenía diez personas interesadas en que les hiciera una personalizada. Fue una señal. Decidí abrir una cuenta de Instagram y ver qué pasaba”. El resto es historia: Llombi comenzó a tomar forma como una marca que, desde el primer momento, atrajo la atención por su frescura y autenticidad.
El nombre de la marca es un reflejo de Laura. Deriva de su apellido, Lombardía, combinado con la inicial de su nombre. Pero también guarda un significado más profundo: su logo, un triángulo invertido, representa la particular forma de su pupila, resultado de una intervención ocular en su infancia. “Algunos amigos me llamaban Lombi, por mi apellido. Decidí juntar la letra L de Laura con Lombi y así nació Llombi. Además, nací con cataratas y debido a problemas surgidos tras una intervención mi pupila tiene forma de triángulo invertido, de ahí el logo de Llombi, mi ojo”, añade.
Productos
Aunque Llombi ofrece una amplia gama de productos hechos a mano, como gorros, camisetas, llaveros y anillos, sus bolsos de crochet se han convertido en su emblema. Dentro de este universo, Laura destaca un momento clave en la trayectoria de su marca: “Cuando empecé a crear mis propios ovillos de trapillo en denim y empecé a mostrar el proceso de elaboración en Instagram, los seguidores empezaron a crecer y mucha gente que hacía crochet me mandaba fotos o vídeos de sus bolsos elaborados a partir de sus jeans viejos o incluso, hubo marcas con más seguidores que empezaron a elaborar sus propios ovillos. Para mí, eso marcó un antes y un después en Llombi”.
El proceso detrás de cada pieza es completamente artesanal. Laura utiliza principalmente trapillo, un material sostenible obtenido de excedentes textiles. “Cuando quiero hacer trapillo de denim, suelo utilizar prendas recicladas, especialmente faldas, aunque el proceso lleva más tiempo. Cada pieza puede tomar entre dos y cinco horas de trabajo”.
Sostenibilidad y autenticidad como valores esenciales
Para Laura, la sostenibilidad no es solo una característica de Llombi, sino una filosofía. Su apuesta por el upcycling y la reutilización de materiales la alejan del fast fashion y reflejan un compromiso genuino con el medio ambiente. “Cada producto cuenta una historia porque está hecho de materiales que en su momento se consideraron residuos. Transformar esos desperdicios en piezas únicas y con alma demuestra que solo hace falta creer en el proceso”.
Además, Laura destaca que este enfoque conecta emocionalmente con sus clientes. “Quiero que quienes compren en Llombi se sientan reflejados en los productos, que fortalezcan su confianza y descubran piezas diseñadas exclusivamente para ellos. Es como si el producto te escogiera a ti, no tú a él”.
Retos y futuro de Llombi
A pesar del éxito alcanzado, Laura no es ajena a los desafíos que enfrenta como marca artesanal. “En España, siento que no valoramos lo suficiente los productos hechos a mano. Por suerte, en países como Francia e Italia, donde más vendo, el reconocimiento es mayor. Sin embargo, estoy muy agradecida con espacios como Espacio Denorte en A Coruña, que me dio la oportunidad de vender mis productos y crecer en mi ciudad”, añade Laura.
El camino de Llombi es un reflejo de la perseverancia, la creatividad y el deseo de marcar la diferencia. Para Laura, cada día es una oportunidad para seguir innovando y evolucionando: “Estoy muy orgullosa de lo que he conseguido hasta ahora y motivada para seguir evolucionando hasta el máximo nivel posible”, concluye.