Una vez acabado el verano y las rebajas, aunque todavía hay comercios que las siguen utilizando en paralelo a la “mid season” como reclamo para el consumidor, en distintos puntos de la ciudad han empezado a aparecer carteles de “Liquidación por cierre” en los escaparates. La cantidad de despedidas varía según el año –este no es el peor de la última década– pero lo que queda claro a ojos de un buen observador es que, más allá de que durante todo el año se bajen algunas persianas, hay dos grandes épocas para dar por cerrado un proyecto empresarial. Al igual que antes del verano suelen surgir nuevos bares y restaurantes, nada más irse los turistas muchos comerciantes ponen el punto final a su andadura. Lo mismo pasa en enero y febrero, tras la Navidad, como reconocen los propios expertos.
Algún que otro negocio lleva varios meses despidiéndose (ya sea por falta de retorno económico o por jubilación) como es el caso de la Mercería Eva, junto a la plaza de Galicia, o la Tienda de las Máquinas, en San Andrés, pero en las últimas semanas han surgido más liquidaciones. En eso trabajaban en los últimos días Staro, también en la plaza de Galicia, o Luxurissime, en la calle Real.
Hay más en otros puntos de la localidad y los bajos que están vacíos encuentran todavía menos inquilinos potenciales que durante el resto del año. Echando la vista atrás para hacer una análisis de las dinámicas comerciales, queda claro que los coruñeses suelen cerrar más justo después del verano porque no sacaron el stock suficiente o porque sin turismo habrá menos ventas.
Los efectos del viernes negro
A principios de año también predominan las despedidas. El problema principal es que muchos balances del ejercicio anterior no salen pero a esto se ha sumado que en los tres últimos años la moda del Black Friday está ensombreciendo, incluso, la campaña navideña.
El presidente de la Federación Gallega de Comercio, José María Seijas, que tiene una visión global de todos estos años y de todas las provincias confirma que en el sector “se notan los ciclos”. “Cuando alguien piensa en liquidar y cerrar lo hace en rebajas o navidades y por eso hay más cierres en enero y febrero y después de las rebajas”, reflexiona.
La incertidumbre política es una de las cuestiones que hace que el consumo esté
muy retraído
Si bien es cierto que el consumo está en un momento muy contenido –y, además de luchar contra las grandes cadenas, los pequeños tienen que captar clientes frente a la querencia por hacer adquisiciones a través de internet–, Seijas comenta que “en los dos o tres primeros años de la crisis los cierres fueron masivos y no abría nadie pero ahora una cosa va compensando a la otra”. En A Coruña se pueden buscar las hemerotecas de 2011, 2012, 2013 y 2017, cuando el balance en negativo se contaba en centenares.
Sin experiencia
Una de las claves de las liquidaciones que se han ido sucediendo en los últimos años es quién está detrás de muchos de los proyectos. Lo han repetido en numerosas ocasiones los expertos y lo remarca Seijas, hablando de una dinámica generalizada.
“Mucha gente se quedó sin empleo y cobró el paro o la liquidación para abrir un comercio pero eso lleva tiempo desarrollarlo, al menos uno o dos años, y hay que disponer de fondos para aguantar hasta que se asienta”, resume.
En numerosos casos no existían ni existen conocimientos de cómo funciona el sector, no hay estudios de mercado detrás y los ahorros no son suficientes. Por eso, precisamente, se detecta tanta rotación de inquilinos (sean tiendas o locales de hostelería) en los bajos atractivos de los puntos más céntricos o con más tránsito de público del municipio.
A todo ello ha habido que sumar las jubilaciones con falta de relevo generacional y la incertidumbre política de los últimos ejercicios, que hace que los coruñeses tengan “una falta de confianza que retrae la compra”.