De un callejón a una calle peatonal con bancos, árboles y farolas. Los vecinos de Monte Alto descubrieron esta semana la nueva cara de Atocha Baja, después de la reforma que llevó a cabo el Ayuntamiento en la zona con el fin de acabar con uno de los tapones urbanísticos del barrio.
Los trabajos arrancaron en julio del año pasado. Antes de iniciar las obras, el gobierno local tuvo que derribar varias construcciones que impedían urbanizar la calle. Para el proyecto de reforma la Administración municipal reservó 234.000 euros, y de la remodelación se encargó la empresa Aldasa.
Uno de los objetivos del proyecto era unir la calle de San Juan con Orillamar a través de Atocha Baja. Para ello se acondicionó toda la superficie que ocupaba el antiguo callejón, dejando acceso adaptado para las viviendas, y se instalaron unas escaleras al final de la calle.
El concejal de Urbanismo, Martín Fernández Prado, explicó que, para garantizar la accesibilidad en la zona, al margen de las escaleras de Atocha Baja, los vecinos podrán acceder a Orillamar con carritos o sillas de ruedas a través de la calle paralela, Fuente Seoane, donde el Ayuntamiento tiene prevista otra actuación de reforma. La vía, con unas aceras muy estrechas, pasará a convertirse en una calle de plataforma única, al estilo de la estrecha de San Andrés, pero manteniendo la zona de aparcamiento.
A este proyecto se sumará otro para acondicionar un tramo de la calle de San Juan. La intención del Ayuntamiento es ampliar las aceras en el tramo más próximo a Orillamar, a partir del cruce con Atocha Baja. De esta forma, según el gobierno local, se completa la urbanización de este espacio, con la remodelación del entorno de la plaza de España.
Patrimonio
Para convertir el callejón de Atocha en una calle peatonal el Ayuntamiento necesitó el permiso de la dirección xeral de Patrimonio. En la zona había una antigua iglesia, cuyas paredes fueron aprovechadas para levantar el muro de un edificio. La Xunta recomendó dejar a la vista parte de la antigua pared de piedra y de los arcos que ahora están visibles en la zona.
Los trabajos de urbanización se completaron con la instalación de bancos y la plantación de varios árboles. También se optó por un alumbrado público superior al fijado para este tipo de calles con el fin de garantizar la seguridad en la calle.
Ahora el gobierno local quiere completar la “decoración” de la vía con unos murales, que ocuparían el muro que separa un solar vacío y la pared de uno de los edificios que da a Atocha Baja. Para ello se podría contar con la ayuda de los propios estudiantes de la escuela de artes y oficios Pablo Picasso.
La actuación en el callejón responde a una vieja demanda de los vecinos de la zona. Alguno de ellos aprovechó el estreno de la nueva Atocha Baja para hacerle llegar al Ayuntamiento una larga lista de peticiones para el barrio, con nombres de otras calles que necesitan una reforma.