Reportaje | Las galerías que convirtieron el XIX en el Siglo de las Luces en A Coruña

Reportaje | Las galerías que convirtieron el XIX en el Siglo de las Luces en A Coruña
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Las galerías de la ciudad quedan de forma más palpable representadas en su conjunto de hermosura y en toda su armonía en La Marina, en el tramo que va desde Puerta Real hasta el callejón de Agar, en línea de una vistosa obra arquitectónica. Las galerías fueron la transformación de un balcón corrido cuya construcción comenzó sobre la mitad del siglo XVIII. Su forma luminosa permitía calentar el recinto,  aprovechando el calor solar en las horas del día en que más alumbraba. Una calefacción natural más adecuada y de bajo costo para aquellos ciudadanos de la Coruña, 

Desde 1759 llegaban los cristales planos fabricados en la Granja de San Ildefonso en Madrid, para ser colocados en los galeones. Esta fue la solución que luego emplearon los maestros de obras como la más práctica para las casas que se construyesen de nuevo o para aquellas que quisieran reformarlas con las nuevas galerías que comenzaban a ponerse de moda en La Coruña, la cual sería bautizada por Emilia Pardo Bazán, como la “Ciudad de Cristal”. Un nombre muy apropiado para la urbe cosmopolita de Galicia. No en vano, el arquitecto inglés José Pashton, que fue quien levantó el Palacio de Cristal de Londres en 1851, puso en aquella obra de manifiesto las bondades del cristal, tanto en palacios como en las casas más humildes.

Disputas legales
La primera disputa surgió el 17 de noviembre de 1833 acerca de la galería de la Casa de Correos, en que se da cuenta de una Real Provisión del Supremo Consejo de Castilla, con presencia del expediente formado con motivo de la Galería que intentó hacerse en la casa de la calle Real número 42, por la que se sirvió declarar que el señor José Vázquez Figueroa y su hermana, doña Margarita, habían tenido y tienen expedido su derecho para la construcción del mirador o Galería de cristales, de que se trataba y que en su consecuencia podían proceder a fabricarla, y usar de las acciones que en razón les competieran. 


La Junta dio orden al arquitecto titular para que inmediatamente reconociera y midiera las alturas de todas las galerías que tenían las casas  en sus primeros pisos, como asimismo, las del piso de dicha casas de Correos, informando inmediatamente acerca del resultado y que esto lo transmitiera en un expediente a Diego Alcalá Galiano. 


En la Junta posterior se da cuenta de la representación redactada por Diego Alcalá Galiano, para el Real y Supremo Consejo   respecto a la galería de la calle Real, y la Junta acordó aprobarla, mandarla poner en limpio. Así se tramitó el informe original .
El siguiente contencioso que generó la instalación de galerías en La Marina se registró en la reunión del 31 de diciembre de dicho año se dio cuenta de una Real Provisión del Consejo, de fecha 9 del propio mes. Su Alteza ordenó que bajo amenaza de multa de 500 ducados, de irremisible exacción, prestara la Junta, “liso y llano cumplimiento” a la construcción del mirador de la casa de José Vázquez Figueroa, si así le conviniese, o la persona que le represente, “satisfaciendo los derechos de dicha Real Provisión, su registro, papel y sello, al pie de ella puesto, la cual ha producido Manuel Rodríguez, apoderado de dicho señor, con la suplica de que habiéndose por presentada, se mande guardar, cumplir y ejecutar puntualmente y sin interrupción”. 

La Junta no se dio por vencida y acordó que se suspendiera el cumplimiento de la referida real Provisión hasta que no se recibiera la resolución y se sirva acordar Su Alteza, con presencia de la exposición hecha por la Junta con fecha 4 del corriente. El voto se reiteró y ratificó.

A raíz de este pleito, las galerías empiezan a proliferar por la ciudad y desde La Marina inician su expansión a partir del año 1869. Pero que se convirtiera en una moda no significa que todas las familias acomodadas de la ciudad se sumaran a ella. La prueba es que en la parte de la Puerta Real existe un inmueble que no lleva galerías. Actualmente se le se conoce como “el diente de oro” ya que está en medio de una hermosa composición arquitectónica, en una ciudad que destaca en este campo.

El plan urbanístico
Este plan urbanístico de La Coruña fue ideado por el arquitecto Faustino Domínguez, en 1862, y se puso en marcha siete anos más tarde bajo la dirección de Juan de Ciórraga. El trabajo culminó cuando se edificaron los solares de la Plaza de María Pita, diseñando el mismo Ciórraga el modelo de soportales que debían componer dicha plaza y también La Marina. Esto es: un soportal a modo de un paseo cubierto a orilla del mar, y también en la propia plaza, pero en cuadrado y recorriendo toda extensión de la misma formando un todo. 


El primer inmueble levantado en la plaza mayor fue ideado por Gabriel Vitini, quien diseñó una galería de estilo neogótico, mientras que se considera a Ciórraga como el introductor de la galería en La Coruña en el siglo XIX.

Por tanto, el valor que tienen estas galerías viene dado tanto por su conjunto arquitectónico, con una hermosa fachada de cristal que mira al mar, siendo la galería de la casa Rey, como por una de las más interesantes del paseo de La Marina y dignas todas ellas de admiración por su perfecta armonía y hermosura. Dentro de esta categoría, merece la pena observar una de las mejores y relucientes galerías de la ciudad, la que da al Riego de Agua, que figura con el número 25-27 de dicha calle. Todas las casas que dan a La Marina tienen su entrada principal por la Plaza de María Pita y por Riego de Agua, ninguna por La Marina. La razón es que dichas casas estaban a la orilla del mar y no había ninguna calle por esa parte. Pero gracias a las galerías, miran siempre al mar.

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