El Club Financiero de Santiago insiste en su estrategia de cargar contra los aeropuertos de A Coruña y Vigo para favorecer a Lavacolla. Su último paso ha sido recurrir al grupo parlamentario popular para convencerlo de lo que ellos consideran la “absurda idea” de mantener las tres terminales. Pese a ello, tras la reunión, su interlocutor por parte del Partido Popular, la diputada Paula Prado, ha decidido invitar a la institución a participar en la redacción del plan estratégico que prepara la Consellería de Infraestructuras para coordinar el sistema aeroportuario gallego.

La popular explica que en este proyecto colaborarán todos los “agentes sociales implicados” en  este sector y menciona a la hostelería, al turismo y a las entidades de promoción económica en donde se englobaría el Club Financiero compostelano, que lleva semanas reclamando el cierre de Alvedro y Peinador. En este sentido la diputada matiza a este periódico que no está a favor de dar este paso: “Nosotros heredamos unas infraestructuras y no podemos prescindir de ellas”. Además, Prado pide “prudencia” a los empresarios a la hora de presentar sus planteamientos y cree que deben abandonar las posturas “maximalistas”.

“No podemos enfrentarnos entre las ciudades, el objetivo es optimizar los recursos” insiste la parlamentaria, y recuerda que precisamente fue “ese afán de localismo el que tanto daño hizo al anterior comité de rutas”, que promocionó el exministro de Fomento José Blanco. Prado escuchó el lunes las conclusiones del club –surgidas tras una reunión de accionistas– y coincide con él en la necesidad de “escapar de los localismos” para luchar en mejores condiciones contra Oporto.

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Pero precisamente los argumentos del Club Financiero no encajan con la filosofía de coordinación que defiende en público el Gobierno gallego. “Este es el paradigma de una comunidad que se engaña a sí misma y está dispuesta a derrochar ingentes sumas de dinero público en aras de un localismo que nos desangra”, señalan desde la entidad empresarial a través de un comunicado en el que incluso se habla de “irracionalidad aldeana que sólo sirve para cultivar el orgullo trasnochado de dos ciudades”.

Prado no sabe cuándo se empezará a trabajar en este plan –“supongo que más pronto que tarde”, afirma– ni tampoco las consecuencias que tendrá sobre las terminales, por ejemplo, una centralización de las rutas internacionales en Santiago, como pedía la semana pasada su alcalde. “Eso aún está por ver”, dice, y explica que el plan analizará datos reales y no opiniones para sacar “conclusiones objetivas” que se puedan aplicar a largo plazo.