De un tiempo a esta parte, las cámaras se han convertido en parte del paisaje coruñés. Los transeúntes no pueden dejar de advertirlas instaladas en lo alto de semáforos o colocadas estratégicamente en las esquinas, con la mirada fija de sus objetivos controlando las calles. Sobre todo en el centro de la ciudad, donde se han instalado docenas en la vía pública en los últimos meses. Una gran parte está controlada (o lo estará) desde la sala de semáforos de la Policía Local pero también son incontables los apartos que vigilan edificios y establecimientos. La ciudad entera se halla ahora bajo la vigilancia del “Gran Hermano”.
En parte, este fenómeno es el resultado de la implantación del proyecto Smart City, impulsado por el Gobierno de Carlos Negreira y financiado en un 80% con fondos comunitarios. El objetivo declarado del proyecto era aplicar la tecnología para obtener información que permitiría mejorar la gestión de todos los recursos, desde el agua al tráfico. El actual alcalde, Xulio Ferreiro, siempre mostró su desconfianza hacia este proyecto, del que declaró en varias ocasiones que “non se sabe para que serve” pero la instalación de cámaras, cuyos contratos estaban adjudicados, ha seguido adelante como estaba previsto.
Los nuevos sensores están distribuidos por el centro, tanto el Ensanche como la Pescadería, para cubrir tanto la nueva vía prioritaria como las zonas peatonales. Los aparatos cuentan no solo con lentes, sino también con lectores de matrículas y, por lo menos en la calle de Juan Flórez y la avenida de Linares Rivas, con sistemas de Fotorrojo para sancionar a los conductores que se saltan los semáforos.
La nueva vía prioritaria une Juan Flórez y Médico Rodríguez con San Andrés, donde ya existía esta infraestructura, y sus cámaras permiten multar a los conductores que estacionan en doble fila más allá de unos pocos minutos, sacándoles una foto que remiten inmediatamente a la sala de semáforos de la Policía Local, que decide en última estancia si sancionar o no al conductor. En cambio, las que custodian la Zona Peatonal Regulada tienen lectores de matrícula, de manera que si un vehículo que no es una furgoneta de reparto o un vecino con un garaje se atreve a penetrar en el área, es multado inmediatamente. Todo por vía telemática.
un 30% más
La vigilancia telemática no es una obsesión del Gobierno local, ya sea del actual o el anterior, sino que la propagación de las nuevas tecnologías implica que cada vez son más comunes las cámaras de seguridad controladas a través de ordenadores, tablets o incluso teléfonos móviles. Según la asociación de Expertos y Empresas de Seguridad Privada de Galicia (Aesga), en la ciudad la venta de esta clase de aparatos creció casi un 30% en 2015.
Esto supone un incremento aún mayor que el que se ha registrado a nivel provincial por parte
de la Agencia de Protección de Datos, organismo que regula los ficheros de grabación de las cámaras de seguridad, donde se guardan las imágenes. Si a finales de noviembre de 2014 se habían contabilizado 5.524 de esa clase de sistemas de seguridad privados, en el mismo período de este año la cifra ascendió a 6.837.
Estos datos sitúan a la provincia coruñesa muy por encima del resto de Galicia, seguida de Pontevedra (5.735, con una progresión similar este mismo año), Lugo (2.012) y Ourense (1.793). También se ha incrementado el número de cámaras de titularidad pública de 81 a 99 en toda la provincia, lo que implica una tendencia similar en el sector público.
Aunque evoque el futuro distópico de la famosa novela de George Orwell “1984”, la propia Agencia de Protección de Datos considera que en general, al público no le importa sentirse observado por un “Gran Hermano”. Esa fue la conclusión que se extrajo de un congreso celebrado en Palexco: se acepta como una medida disuasoria más. La seguridad a cambio de un poco de privacidad.