Las galerías de la ciudad quedan de forma más palpable representadas en un conjunto de hermosura arquitectónica que salta a la vista, aunque no acompañe el desangelado paseo que ha quedado después de la última reforma en que reconvirtió aquella amplia explanada. Dicho conjunto avanza desde la Marina a Puerta Real y donde se puede apreciar toda su armonía es el tramo que va desde este último punto hasta el callejón de Agar, donde se halla el teatro Rosalía Castro, en una línea recta que hace que aquellas galerías sean las más representativas de la ciudad por su vistoso conjunto arquitectónico.
Las galerías coruñesas en general fueron una transformación de un balcón corrido en lo que hoy se contempla como zona marítimo-terrestre que viene a ser el mayor conjunto urbano con galerías acristaladas que se conoce.
La construcción de las galerías en La Coruña comienza a hacerse realidad sobre la mitad del siglo XVIII. Esta nueva base constructiva de carpintería en las casas, se tomó como referencia, de los galeones de la marina, como consecuencia de sus beneficios prácticos a la hora de calentar el hogar, bajo el aprovechamiento del calor solar en las horas del día en que más alumbraba y por tanto era la calefacción natural más adecuada y de bajo costo para aquellos ciudadanos de La Coruña.
De modo que desde 1759 llegaban los cristales planos a esta ciudad, fabricados en la Granja de San Ildefonso en Madrid, para ser colocados en los galeones. Esta fue la solución que luego emplearon los maestros de obras como la más práctica para las casas que se construyesen de nuevo o para aquellas que quisieran reformarlas con las nuevas galerías que se estaban poniendo de moda en La Coruña, la cual sería bautizada por doña Emilia Pardo Bazán, como la “Ciudad de Cristal” un nombre muy apropiado para esta hermosa urbe cosmopolita de Galicia. No en vano, el arquitecto inglés Joseph Pashton, que fue quien levantó el Palacio de Cristal de Londres en 1851, puso en aquella obra de manifiesto las bondades del cristal, como arte en las viviendas y palacios de relevancia. Incluso en las casas más humildes.
Dichas galerías de la Marina fueron levantadas con motivo del llamado plan de alineación de la entonces calle de Luchana (Riego de Agua) y llevado a efecto por los arquitectos, Faustino Domínguez en 1862 y (en 1869) Juan de Ciórraga, encargado de culminar la edificación de los solares existentes en la zona de la Marina. Este arquitecto diseña unos soportales a modo de paseo, aunque en la actualidad los de la acera de la avenida de Montoto, se hallan cerrados y forman parte de la propiedad edificada, mientras que el espacio de los que dan a la Marina está ocupado por el mobiliario que usan las cafeterías de la zona, cuando en su concepción se crearon para el disfrute ciudadano a modo de un paseo cubierto sobre el borde de la mar.
Cerca de la Puerta Real existe un inmueble que no lleva galerías y se conoce como “ el diente de oro” ya que está en medio de una hermosa composición arquitectónica. Este plan urbanístico de La Coruña se culmina cuando se edifican los solares de la plaza de María Pita, diseñando el mismo Ciórraga el modelo de soportales que debían componer dicha plaza y también la Marina.
El primer inmueble levantado de las galerías de la Marina fue ideado por Gabriel Vittini Alonso, quien diseñó una galería tipo para el edificio señalado esquina a Riego de Agua, Luchana y la Marina en 1870. Este maestro de obras diseña otra edificación que levanta en 1871 en la calle de Riego de Agua 25-27 a la que dota de una galería de estilo neogótico. Ciórraga está considerado como el introductor de la galería en la Coruña en el siglo XIX.
El valor que tienen estas galerías es por su conjunto arquitectónico: una hermosa fachada de cristal que mira al mar. La galería de la casa Rey es una de las más interesantes del paseo de la Marina, aunque son dignas de admiración todas ellas por su perfecta armonía y hermosura a ojos ajenos.
Todas las casas que dan a la Marina-Puerta Real tienen su entrada principal por la plaza de María Pita, Riego de Agua, la Fama y Luchana. La clase burguesa acomodada vivía de espaldas al mar, aunque sus beneficios proviniesen de ese lado del puerto, que era la principal industria de la ciudad. En lo que respecta a la parte trasera de las casas, sus fachadas estaban a la orilla del propio mar y por tanto se consideraba de servicio. La expansión de las galerías prosiguió hasta 1884.
En principio las galerías solo estaban autorizadas a colocarse a partir de la segunda planta del edificio, la primera debía llevar balcón, pero el 24 de marzo de 1873 el Ayuntamiento de la I República autoriza a que las galerías de la Marina se hagan a partir de los soportales, es decir de la primera planta en adelante, en toda línea de la fachada de Puerta Real y la Marina hasta la intercesión del Cantón Grande, lo cual varió y uniformó el paisaje urbano coruñés con vista a la bahía en el límite de costa con el mar.