Ánxeles Penas no se cansa. Y sigue en la búsqueda. Esta vez, utiliza las matrices de grabados como experimento plástico. Los convierte en cuadros y el resultado lo conjuga con las propias obras hechas sobre ese relieve, muy delicadas y costosas de realizar y una parte escultórica poblada de símbolos de culturas antiguas.
La galería Arte Imagen inauguraba ayer “Experimentos e matrices”, donde un Xavier Seoane destacaba de la artista la presencia en sus piezas de la tierra, el agua, el fuego y el aire. Y es que la madera que rescata en sus largos paseos por Riazor en los días de temporal, las redes que le valen para conformar la idea de madre son gritos en forma de esculturas, donde Penas reivindica el apego a la tierra.
En cuanto a las pinturas, ella rescata esta técnica contemporánea y utiliza unos polvos que se conocen como carborundo para ofrecer nuevas posibilidades y entablar un diálogo, igual que cuando le busca a elementos desechables su belleza y los pone a hablar.
Son pequeñas probetas con pigmentos de color, que sitúa al lado de los propios grabados, que se presentan en series muy cortas y tienen que ver con la etapa en la que se formó en el CIEC de Betanzos. Penas lo define como “la potencia de la materia en sí”, con muchas tonalidades porque si lo normal es poner a bailar a uno o dos colores, Ánxeles emplea hasta doce. La artista dice que la temática surge a raíz de manipular los materiales y recuerda que el mismo Leonardo da Vinci animaba a ver las humedades de las paredes para ver formas.
Antes de colocar el soporte en la matriz, la creadora juega con darle geometrías o espirales y así sus criaturas respiran de Egipto, de las culturas precolombinas o de la ibérica. Son ecos de otros lugares.
A Ánxeles le interesa sugerir y por eso lleva años dejando la figuración a un lado para dejarle al espectador la función de descifrar el mensaje. Además de ser la base de su experimento, la matriz también es homenaje porque “la madre lo es todo” y “el ser humano se ha separado del respeto a la tierra”. En la muestra, también está presente lo desconocido a través de puertas que se cierran y de cofres por abrir.
Ya en la parte escultórica, Penas enseña nuevos ensamblajes que salen de rescatar restos de las playas. De su “barco náufrago” o “A redeira”, el curioso pasará a su colección de tótems y espíritus del bosque, que danzan en círculo en medio del local. Son tallas en medio de un bosque encantado. Que completan una exposición que se nutre de símbolos.