Nacida en Valencia de Alcántara (Cáceres) en mayo de 1939, María Victoria Moreno, la autora a la que este año se le dedica el Día das Letras Galegas, nunca se consideró una escritora alófona. Asumió el gallego como lengua propia y llegó a ser vigilada por el franquismo por impartir clases clandestinas en este idioma.
“Su historia de amor con el gallego, como a ella le gustaba llamarle, empieza en Lugo”, destaca la escritora Montse Pena, autora de “A voz insurrecta. María Victoria Moreno, entre a literatura e a vida”, una biografía sobre esta escritora de literatura infantil y juvenil que llegó a Galicia en 1963 cuando su marido, José Luis Llácer, fue contratado en el Colegio Santiago Apóstol de la ONCE en Pontevedra.
Aunque residiría en la ciudad del Lérez durante 40 años, el contacto iniciático de María Victoria Moreno con Galicia y su lengua se produce en Lugo, ciudad en la que toma posesión el 1 de noviembre de 1965 como profesora de lengua y literatura española en el Instituto Masculino.
Montse Pena recuerda que allí se forjaría su estrecha amistad con el que fue presidente de la RAG, Xesús Alonso Montero, germen de su interés por el gallego y por la literatura gallega, como el propio catedrático destaca en declaraciones a Europa Press.
Una “forastera”
“Hay que poner el acento en que no es gallega. Era forastera y, además, de familia franquista”, apunta Alonso Montero, que destaca el compromiso de la autora de “Anagnórise” con el idioma de Galicia. “En Lugo estableció contacto conmigo, con Xesús Rábade, con Amable Veiga..., y empieza a darse de cuenta de que hay, como mínimo, dos Galicias: la de los que hablan en castellano y la de los que hablan en gallego”, explica.
“Ella dijo que llegó a interesarse por cultivar el gallego en Lugo, pero siempre matizaba que su compromiso con el gallego fue por ser la lengua de los pobres”, explica el que fue presidente de la RAG, que destaca que María Victoria Moreno decidió “defender, elogiar y reivindicar” la lengua gallega.
De hecho, su relación con el gallego sería tal que desde 1971 escribiría principalmente en esta lengua. En esas fechas y después de su traslado a Pontevedra, donde se incorporó al Instituto Femenino, ya estaba preparada para dar clases en el idioma de Galicia. “María Victoria Moreno trabajó en varias asociaciones culturales impartiendo desinteresadamente cursos de gallego”, señala a Europa Press la autora de la biografía “A voz insurrecta”, publicada por Editorial Galaxia.
Esta tarea la llevaría a cabo en diferentes asociaciones culturales a lo largo de varios años, como Amigos da Cultura, de Pontevedra (donde compartía tareas con Valentín Arias o Carballo Calero durante el curso 1971-72). Un año más tarde y a través también de Amigos da Cultura, enseñaría gallego en Vilagarcía y, ya en 1974, en el Ateneo de Ourense.
Además, también llevaría sus conocimientos de la lengua gallega a las aldeas, donde en ocasiones impartía clases clandestinas en iglesias con la colaboración de algunos curas, tal y como destaca Montse Pena, que explica que, sin embargo, lo que era una tarea generosa y desinteresada le provocó a la profesora algún “disgusto importante”.
Y es que esta labor docente estaba “mal vista por la gente mal pensada” y también por la policía, que “la tenía en el punto de mira”, según Alonso Montero. En efecto, en el año 1973 el régimen le retiró el pasaporte, impidiéndole el derecho de viajar, pero también “el de huir”, tal y como apunta el catedrático.
Pese a tener el pasaporte retirado y figurar, junto a su marido, en una lista negra de profesores, Moreno siguió “fiel a su compromiso cívico” y en ese mismo año, saldría a la luz su primera obra en gallego “Mar Adiante”: “(Escribí la obra) con todas las palabras que sabía entonces, y ya firmé para siempre mi compromiso con la lengua y con los niños de Galicia”, aseguró la homenajeada.
Abrió la librería Xuntanza en Pontevedra, donde se podían conseguir obras prohibidas como Lorca, unos libros que muchas veces eran requisados por la policía. Allí también recaudó dinero para los presos políticos.