Gregory Kunde (Kankakee, Illinois, 1954) llega a los pies de la estatua de Curros frente a al teatro Colón con una amplia sonrisa y agitando el brazo a modo de saludo. “Si me quedo dormido me avisas” bromea, ya que viene de deleitarse con el típico banquete gallego. No disimula su admiración por A Coruña. “Me encanta, la comida, la gente, es uno de mis lugares favoritos de España, incluso de Europa me atrevería a decir. Es la quinta vez que vengo aquí”.
Se siente afortunado por su trabajo. Se puede sentir su amor por la ópera en cada palabra. “La ópera tiene algo especial y mágico, realista. Todo lo contrario a lo artificial del cine o las series de televisión. Esa fue la sensación que me quedó cuando asistí a mi primera ópera en Viena. Me quede sorprendido de cómo el cantante podía mantener la voz por encima de la orquesta y que se le escuchase perfectamente. Eso es lo bonito, entrenar tu voz”. En cuanto a la adaptación de su voz al paso del tiempo asegura que “no he cambiado mi forma de actuar ni de cantar. Mi voz se ha vuelto mas dura con los años, pero el proceso se ha hecho de forma natural”.
La pieza de Verdi es considerada como una de las obras maestras imprescindibles. “Es genial y bastante dramática, pero al mismo tiempo una historia de amor atemporal que podría ocurrir en cualquier lugar. Un hombre que se enamora de la mujer de su hermano. Tiene algo de Shakespeare, sobre todo por la venganza”.
Ha tenido una larga y gran carrera, pero no piensa en el futuro a largo plazo. “Aún tengo unas cuantas actuaciones más programadas”. En cuanto al casting con el que compartirá este baile de máscaras, afirma que “ya nos conocíamos todos de otras actuaciones aquí en A Coruña, somos como una gran familia, como hermanos”.
La ópera es una tradición centenaria en Europa y asegura “que nunca desaparecerá pero algunas cosas a lo mejor deberían cambiar para aficionar a gente más joven como que actores jóvenes se den a conocer o el uso de alguna tecnología, pero nunca micrófonos. eso rompería con la magia”, afirma entre carcajadas.
Gregory se despide muy cordialmente mientras agradece la acogida de la ciudad. l