Los relojes se adelantarán una hora en esta madrugada –a las dos serán las tres– para recuperar el horario de verano, un cambio que afecta más a los mayores, a los niños y a las personas que se acuestan más tarde y no madrugan.
Así lo aseguró el director del laboratorio de Cronobiología de la Universidad de Murcia, Juan Antonio Madrid, para quien este cambio “claro que influye” en las personas aunque hay que “relativizar” su impacto, porque es como un “pequeño jet lag”.
Los efectos del cambio horario en el cuerpo se notarán sobre todo en el sueño.
Durante los tres o cuatro primeros días del nuevo horario estival podrá ser habitual la sensación de cansancio y habrá más dificultad para irse a la cama como consecuencia de la alteración del reloj biológico.
No obstante, existe “gran variabilidad” en la capacidad de las personas a estos cambios y “en buena medida” se debe al carácter matutino o vespertino de las personas. Los madrugadores serán los que mejor se adapten a dormir una hora menos, ya que “no tienen tanta inercia de sueño” y se “activan antes”.
“Les afecta muy mal a los vespertinos, se les quita una hora más para dormir”, indicó el doctor Madrid, quien concretó que las personas que se acuestan tarde y no suelen madrugar tienden a estar más cansados los primeros días.
El adelantar una hora en el reloj biológico para compensar la pérdida de sesenta minutos por el cambio horario también repercute en el apetito. “Todavía nuestros relojes del tracto digestivo y los que regulan el apetito no se han adaptado y tenemos hambre según el horario antiguo”, subrayó el doctor.
Este cambio afectará también de forma especial a los niños, sobre todo a los menores de cinco años, y a los mayores.