A un “exceso de adrenalina” derivado del momento atribuyó esta semana en la Audiencia un hombre el mordisco que propinó en septiembre de 2011 al pariente de unos vecinos con los que mantenía malas relaciones. La dentellada causó al perjudicado la amputación de una parte de la falange y ahora, el responsable acaba de ser condenado por la Audiencia Provincial a dos años de cárcel y al pago de 7.500 euros como indemnización.
Los hechos, tal como refleja la sentencia, tuvieron lugar en Vilarrodís, Arteixo, y se iniciaron cuando el principal acusado tuvo un encontronazo con una conocida, en el curso del cual empujó a la mujer y llegó a romperle las gafas. El incidente más grave llegaría minutos después, cuando un nieto de la mujer acudió a “pedir explicaciones” por el enfrentamiento y “vindicar la ofensa y el maltrato a su pariente”.

"mutuamente aceptada"
Según se puede leer en la resolución, ambos se enzarzaron en una “riña mutuamente aceptada”, en el curso de la cual el mayor de ellos propinó un fuerte mordisco que le seccionó la yema de un dedo de la mano izquierda a su oponente. Aunque en el acto de juicio, el acusado afirmó que la mordedura fue un acto reflejo, cuando su rival le metió el dedo en la boca, no lo estima así el tribunal, que concluye que “no puede tomarse como una reacción instintiva de defensa” dada su intensidad, suficiente para arrancar la yema del dedo. Tampoco ayuda el hecho de que, según se refleja en la sentencia, el agresor escupiese el trozo y lo ofreció a la familia del herido.
“No solo cabe atribuir a la adrenalina, sino a una conducta maliciosa y violenta que ha de ser sancionada en términos rigurosos”, estiman los magistrados de la Audiencia respecto al mordisco. No obstante, el fallo califica la lesión como un “menoscabo” y no como pérdida de un miembro, al considerar que ni estética ni funcionalmente la pérdida es grave. n