La forense estima que el médico acusado por la muerte de un bebé se equivocó al utilizar el fórceps

¿Erró el ginecólogo de la maternidad Belén llevado ayer a juicio por la muerte de un bebé tras un parto en la técnica empleada para extraer al feto? ¿Fue su decisión de utilizar el fórceps en lugar de realizar una cesárea determinante en las complicaciones que sufrió el niño, y que derivaron en su fallecimiento a las pocas horas? De la respuesta a estas cuestiones depende el futuro del profesional, que se enfrenta a peticiones de entre tres y cuatro años de cárcel, hasta 300.000 euros en indemnizaciones y seis años de inhabilitación por lo que la Fiscalía y la acusación particular consideran un delito de homicidio por imprudencia profesional, por su actuación en la clínica en julio de 2008.

La acusación pide hasta cuatro años y 300.000 euros por homicidio imprudente

Varias fueron las posturas esgrimidas ayer en la sala de vistas de penal 5. Que la actuación del obstetra fue “perfecta” –caso del ginecólogo llevado al juicio por la defensa como perito– y que los errores se sucedieron desde horas antes del parto, en el método para inducirlo, y prosiguieron en la elección del fórceps para extraer al niño en lo que ya era un “parto obstruido” –perito de la acusación particular–.

El fiscal y el representante legal de los padres –el abogado Hugo Vilaboa– basan sus tesis en que el facultativo encausado no tuvo en cuenta que “las condiciones fetales no eran las adecuadas”, ni por altura ni por la posición del bebé, con la cabeza flexionada, y eligió usar el fórceps a pesar de que el pequeño estaba encajado en la pelvis de la madre y presentaba un cuadro de “sufrimiento fetal severo” que exigía su extracción inmediata.

“Creo que la técnica idónea hubiera sido la cesárea”, declaró en ese sentido ayer la médico forense que se encargó de realizar la autopsia. Según expuso, apreció en el niño lesiones en la cara y el cráneo compatibles con las espátulas del fórceps y una fractura craneal (parietal). Lesiones que ya percibió la neonatóloga al ver al bebé: “No lloraba y parecía sangrar por el oído, lo que nos hizo sospechar de una fractura”.

 

"arriesgada"

A ojos de la forense, las causas del fallecimiento fueron dos: el traumatismo y la hipoxia –falta de oxígeno– que sufrió el neonato por ese sufrimiento agudo que le fue detectado y que determinó la realización de una cesárea de urgencia tras varios intentos fallidos de extracción vaginal.

“Las lesiones hacen pensar que fue un fórceps complicado. Con esa posición de cabeza era arriesgado usarlo”, valoró, para advertir luego de que “cuanto más tiempo se prolongaron los intentos con el instrumento más riesgo de sufrimiento”. “Y ese riesgo implica una urgencia en la extracción del niño”, indicó .

El tiempo y el número de intentos del ginecólogo antes de decidir efectuar una cesárea están también en el punto de mira: según sus propias palabras, tras dos tentativas con el instrumento y tras detectar el sufrimiento fetal se tardaron apenas cinco minutos en preparar la intervención, pero los padres –también él estaba en el paritorio– hablan de hasta cuatro intentos con el aparato y otras dos con las manos antes de la cesárea, un número “excesivo” para la acusación.

Las acusaciones estiman que con ese lapso, que sería fatal más allá de los 10 o 15 minutos, el profesional “dilató el período expulsivo” pese a las previsibles complicaciones. La defensa, por su parte, mantiene que la actuación fue “impecable” y ajustada por completo al protocolo.

 

La forense estima que el médico acusado por la muerte de un bebé se equivocó al utilizar el fórceps

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