El campus de Elviña pone en práctica una forma de cocinar que eclipsa a los demás

El campus de Elviña pone en práctica una forma de cocinar que eclipsa a los demás
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El día de ayer hizo buen tiempo y brilló el sol, lo que permitió que más de uno pudiera pegarse un banquete. Normalmente, la gastronomía y la meteorología rara vez tienen que ver, excepto quizá en los merenderos de playa, pero ayer, en el campus de Elviña, fue una excepción, porque el sol y la cocina se fusionaron en un maridaje perfecto en el II Encontro Solar, en el que los cerca de 50 participantes que se reunieron al aire libre cocinaron toda clase de platos empleando únicamente  la energía del astro rey: pizza, pulpo, callos, pescado, pollo... El olor de la comida inundaba ayer la actividad, que parecía un curioso cruce entre una parrillada y un campamento espacial.  
El aspecto futurista lo proporcionaban los hornos parabólicos, orientados hacia el sol, y el de parrillada las mesas y las sillas instaladas a la sombra. Los miembros de la Oficina de Medio Ambiente de la UDC, el Instituto de Someso y la asociación Adega  habían llegado al campus a las diez de la mañana, y la colaboración del Instituto de Someso.

en tres horas
“Éramos cerca de 40 personas y comenzamos a preparar las cosas, y a las doce comenzamos a cocinar en serio –comentó María Lafuente, de Adega– y para las tres ya estábamos sentados a la mesa”. Tres horas puede parecer mucho tiempo para los más hambrientos, sobre todo teniendo en cuenta que, a medida que subía la temperatura en los hornos solares y la comida se hacía en su propio jugo, el olor se intensificaba, volviéndose cada vez más difícil de resistir, como aclara La fuente: “Podía haberse hecho en menos tiempo pero estuvimos abriendo los hornos para enseñárselos a la gente y nos llevó más tiempo”.
En realidad, los hornos merecían un vistazo a fondo: además de los parabólicos había de otra clase, construidos en una simple caja de cartón para aislar el calor, forrados de aluminio y con una cubierta de plástico transparente o de cristal.
“Dentro, la temperatura llega a los 130 grados centígrados”, informa Lafuente. Y se da la casualidad de que Lorenzo es un excelente cocinero, porque todos los platos resultaron tan sabrosos. “No hay que estar vigilándolo, solo colocarlo en un lugar donde sepas que va dar el sol con fuerza al mediodía”, asegura. Claro que tiene sus desventajas: el encuentro estaba programado hace un mes, pero el mal tiempo obligó a retrasarlo ayer, o en el encuentro solar se habrían degustado solo ensaladas.

El campus de Elviña pone en práctica una forma de cocinar que eclipsa a los demás

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