El 4 de diciembre de 2017 fue la fecha señalada para que todos los bienes, servicios y entornos de interés sean accesibles de acuerdo a una ley nacional que fue aprobada en 2003. Sin embargo, A Coruña llegará a este día todavía con bastantes tareas por cumplir para poder adaptarse a esta normativa.
Desde el Grupo de Personas con Discapacidad de A Coruña (Grumico) señalan que todavía queda mucho trabajo por cumplir en diversos ámbitos. “No vemos que las administraciones se estén implicando o dando ejemplo”, señala Rosalía López, vicepresidenta de la agrupación, quien cree que esta realidad repercute negativamente en los ciudadanos y además entiende que sería necesario llevar a cabo una “campaña de concienciación”.
En A Coruña, como en la mayoría de las ciudades, se encuentran bastantes ejemplos de lugares sin accesibilidad universal y que comprenden desde pequeños elementos hasta grandes edificios.
Algunos de los ejemplos más destacados de la ciudad hacen referencia a espacios destacados sobre los que muchos ciudadanos no son conscientes de que carecen de accesibilidad universal.
Uno de ellos es el castillo de San Antón, un importante reclamo turístico pero que no está preparado para acoger a personas con movilidad reducida. De hecho, ya su entrada, no reúne las características de accesibilidad necesaria.
No solo algunos de los reclamos turísticos de la ciudad entran en este paquete, ya que hay otros espacios como centros cívicos que presentan los mismos problemas. Así, uno de los más recientes y de mayor tamaño, el Ágora, también provoca problemas a personas con movilidad reducida ya que “una persona en silla de ruedas no puede abrir sola la puerta”, indica Rosalía López.
Este no es el único espacio municipal con problemas de accesibilidad evidente. Así, el Centro de Información a la Mujer (CIM), ubicado en el Barrio de las Flores, también necesitaría mejoras para cumplir los requisitos.
Una prioridad
Grumico es una agrupación que cuenta con alrededor de medio millar de socios con discapacidad física, aunque no cuentan con un registro exhaustivo de todas las personas de la ciudad con algún problema de este carácter.
“El cumplimiento de esta ley tiene que ser una prioridad, no una anécdota”, explica Rosalía López, quien añade que “hay mucha gente discriminada” al no respetarse la normativa.
En Grumico consideran que muchas veces las administraciones, como el Gobierno local, “no conoce las necesidades”, una cuestión que debería servir como punto de partida. Un punto positivo, destacan, fue la creación de la guía de turismo accesible elaborada conjuntamente este año.
Elementos urbanos de gran importancia en la vida como aceras, semáforos o pasos de peatones están “bastante bien adaptados” en la zona centro, explica Rosalía López. Sin embargo, la situación cambia mucho al irse a los barrios y la tónica es la contraria. Así, señala la zona de San Roque de Afuera como un claro ejemplo, aunque asegura que casi cualquier barrio que se elija estaría en términos similares.
Otros puntos que tampoco salen muy bien parados son algunos hospitales como el Abente y Lago o el Complejo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac), cuyos accesos constituyen un problema para personas con movilidad reducida, indica.
Transporte público
El transporte público es otro aspecto que no se libra de necesitar mejoras en este ámbito. Así, Rosalía López explica que todos los autobuses urbanos cuentan con una rampa, pero que cuando se estropean “muchas veces no se da la orden de arreglo inmediato”. Mientras tanto, en los taxis no se cumple el ratio de vehículos adaptados. Así, en A Coruña existen 11 automóviles con esta característica según un informe elaborado por la Fundación ONCE y el Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (Cermi).
La normativa exige que el 5% de la flota total esté adaptada, pero la cifra en la ciudad es del 2,1%, por lo que harían falta más del doble de taxis adaptados de los que hay actualmente.
Sobre los vehículos, otro punto que sale mal parado es el de las plazas de aparcamiento reservadas para personas con movilidad reducida. Por ejemplo, algunas como las que hay en las calles de Rubine o Alfredo Vicenti no respetan la normativa por carecer de rampas de acceso a la acera.
La accesibilidad para personas con movilidad reducida es la más vistosa y quizás de la que mayor consciencia tiene el ciudadano medio, pero también hay otras como la visual o la auditiva, para las que el camino a recorrer “es todavía mucho más largo”, según explican desde Grumico. l