En manos del tribunal de la sección primera de la Audiencia Provincial quedó ayer la decisión de cerrar la investigación en torno a la muerte de María Dolores Villar, la mujer cuyo cadáver apareció flotando en una playa de Carnota en el verano de 2008 o, por el contrario, sentar en el banquillo a su por entonces compañero sentimental por delitos de homicidio, coacciones y robo con fuerza o hurto, como presunto autor de un crimen de violencia de género.

Esta última posición es la que vienen defendiendo desde el inicio de la investigación los familiares de la víctima y, ayer, obtuvo el respaldo de la Fiscalía, que contra las previsiones se pronunció en favor del procesamiento y la apertura de juicio oral al hombre investigado, al entender que existen indicios de criminalidad suficientes como para hacerle declarar ante un tribunal sin que ello quebrante el principio de presunción de inocencia.

Lo hizo, según dejó claro la fiscal que asistió a la vista, sin perjuicio de la posición que tomará este órgano una vez sean practicadas en el juicio todas las pruebas, que podrían llevar al Ministerio Público a solicitar la absolución en sus conclusiones definitivas.

La decisión, no obstante, sorprende, toda vez que el posicionamiento de la Fiscalía en este proceso es uno de los motivos que mantiene enfrentados al fiscal que se encargó de la investigación y sus superiores jerárquicos, que llegaron a mostrarse proclives al archivo al no apreciar la existencia de indicios suficientes como para mantener una acusación contra el imputado.

rueda de reconocimiento

En contra de mantener abierto el sumario se mantiene la defensa, que ya había recurrido el auto por el que el juzgado de Ordes que instruyó la causa procesó al novio de la fallecida y que ayer elevó su recurso a la Audiencia, para pedir el archivo de las actuaciones contra él.

Se trata del hombre que acompañó a la víctima aquella jornada hasta la playa de Carnota, un expolicía nacional expulsado del cuerpo y que, según su versión de los hechos, dejó a la mujer sola en el arenal una hora antes de que el cadáver apareciera flotando. Las sospechas recayeron sobre él una vez que se detectaron fisuras en su relato: el estudio de la actividad de los repetidores de telefonía móvil le situaba cerca de la playa justo a la hora en que se dictamina la muerte de Villar y minutos después del momento en que él dijo haberla dejado viva.

El hecho de que un testigo viese, de espaldas, a un hombre de sus características físicas en el arenal a la misma hora en que varias personas escucharon gritos de auxilio refuerza la tesis acusatoria, si bien esa identificación no se confirmó en la rueda de reconocimiento a la que se sometió al sospechoso.

La decisión de la Audiencia sobre la suerte del procedimiento se conocerá en pocos días. n