Esa investigación de la OMS en la que habíamos puesto nuestras esperanzas de saber si la pandemia era finalmente el guion de un thriller hecho realidad o la naturaleza devolviéndonos el mal que le hemos hecho concluye con cuatro ideas que se resumen en una: no tenemos ni idea de cómo ha podido pasar. Dicho con lenguaje técnico y de forma menos contundente, pero es así. Parece que lo que tienen más claro los investigadores es que es muy improbable que el virus se crease en un laboratorio. Punto para los chinos, que ahora podrán pedir una indemnización por daños y perjuicios a los países que les acusaron. Y más allá de descartar la mano negra del hombre, todo son conjeturas. Se inclinan por pensar que el bicho saltó de un murciélago a otro animal más común en una ciudad y de ahí a los humanos, pero no saben cómo ni a cuál. Misma razón por la que tampoco descartan que llegase congelado en algún alimento. Lo dicho, que estamos casi como al principio. Ya están tardando en mandar a Wuhan a Iker Jiménez.