Decía el ilustre periodista y miembro de la Real Academia Española de la Lengua, Luis María María Ansón que o hacemos la reforma de la Constitución ordenadamente desde dentro del sistema o nos la harán revolucionariamente desde fuera.
Tiene más razón que un santo. Si la hacemos desde dentro, no habrá ningún problema para que prevalezca la Monarquía parlamentaria; si nos la hacen desde fuera, adiós Monarquía, Felipe González fue más lejos y afirmó en relación con nuestra Constitución: “Si no se reforma se puede derrumbar todo lo conseguido”. Algo parecido dijo el presidente del Tribunal Constitucional, Francisco Pérez de los Cobos. Hay números que indican que Rajoy y Rubalcaba ya han hablado en secreto sobre el tema. ¿Y que podría hacer el rey en relación con el asunto? Pues reunir a seis catedráticos de Derecho Constitucional; a varios políticos de extraordinario relieve, como Felipe González, José María Aznar, Rodríguez Zapatero, Javier Solana, Almunia, Zaplana, Bono Durán Lleida, Ardanza, Roca y alguno más. Y entre todos admitir que el régimen está agotado y que la actual juventud no ha recibido el espíritu de aquella Constitución y, en gran parte, les importa un carajo el sistema.
Así pues si se emprende la reforma será necesario escuchar también la voz de las nuevas generaciones y a los jóvenes que las encabezan: políticos, deportistas, economistas, sindicalistas, universitarios, etc. Habrá que preguntarles qué España quieren porque están destinados a dirigirla. Todo ello, sin romper traumaticamente con el sistema democrático que nos dio libertad, paz y prosperidad, aunque ahora –y gracias a la nefasta actuación del presente Gobierno– no se note.
Debe haber, pues, un amplio consenso de la mayor cantidad posible de los grupos parlamentarios. Y eso debería hacerse tres meses antes de la convocatoria de elecciones generales, a finales de 2015. Y con un nuevo Congreso y un nuevo Senado respaldar la reforma constitucional para luego llevar a cabo un referéndum nacional. Solo así se podrá interesar a la juventud en la política española, porque lo que está ocurriendo actualmente es propiciar la fuga al extranjero de nuestros más jóvenes y bien formados cerebros, que comienzan a trabajar y rendir en otros países, tras haber gastado nuestro dinero en formarlos en España. Lo que no se puede permitir es que las cosas sigan como están.