Éxito desbordante de un espectáculo transgresor ofrecido por la compañía Teatro A Panadaria en el Rosalía, ciclo principal, con el estreno “Elisa e Marcela”, autoría Esther Carrodeaguas y dirección escénica de Gena Baamonde. Una pieza dramática singular inspirada en el matrimonio de dos mujeres que se casaron el 8 de junio de 1901 en la iglesia de San Jorge de La Coruña, engañando al sacerdote y formalizando un contrato ilegal al transformarse Elisa en Mario. Primera boda homosexual de que se tiene constancia en España. Desafío de convenciones sociales. Revolucionaria apuesta por libertades. Acoso al orden moral establecido…
Telón alzado. Escenario oscuro. Únicamente dos soportes de madera que mantienen un rollo de tela como biombo, espejo, olas de mar, etc. Luz. Público asomándose a las balaustradas de las localidades, general, tertulias, anfiteatros, palcos, plateas, butacas principales y otras de apoyo. Mucha gente joven. Un público diferente al habitual pero en funciones de clac, reidor y alguno conmoviéndose hasta el punto de llorar. Acaso una psicología de masas que roza el inconsciente colectivo. Un musical servido a capela por tres actrices que rivalizan por ser la mejor desde que la presentadora nos recoge en el patio de butacas para ofrecernos un show a base de sketchs donde se tocan temas variados: relaciones de pareja, interpretaciones, corridas de toros, zapateados sureños, galopes de caballo de la diligencia, trenes y estruendo final con la canción de lesbianas y gays. Sonidos, resonancias, voces, silbidos, chasquidos, crepitaciones, palmadas, vibraciones, gemidos.
Areta Bolado, Noelia Castro y Ailén Kedelmán gesticulan, actuán, se contorsionan, cantan, bailan y todo lo hacen bien. Incluso al bajar el telón aprovechan el vestíbulo del Rosalía para ofrecer la tarta de boda, coronada por los novios, y gruesos tubos de chocolate a los asistentes.