Los sastres... coruñeses

En esa colección inolvidable de cuentos, ‘’Las mil y una noches’’, Scheherezade relata el timo de dos pícaros a los que su audacia les lleva a engañar al rey de los creyentes. En un palacio de ensueño construido bajo las estrellas con fuentes de las que manan mil surtidores, presencia lejana de soledades sonoras. Conducta, pues, que puede mantener cualquier vecino herculino acerca de su concejo antes de arrancar gimeante petición victimista. Hay que aceptar salones de mármol maravillosos, armazón de piezas de puzzle ensambladas, ladrillos protestones y piedras talladas para dar vida a estanques donde el alma narcisista se inclina...
Y en tan mágico escenario dos avispados ‘’sastres’’ alcanzan audiencia real, hablan de sus finos diseños, corte espectacular, puntadas primorosas para hacer trajes. Sus productos únicamente tienen un defecto. Serán invisibles para los hijos de padre desconocido y los tontos de baba. Como tantos sinvergüenzas que patean nuestras calles explotan la vanidad y soberbia de los mandamases que les entregan provisiones de fondos. Impantado el engaño alaban su trabajo y muestran traje de gala invisible entre sus manos e incluso lo acompañan al desfile... Hasta la inocencia de un rapaz devolvió la realidad al pueblo: ¡El sultán va en caldoncillos!
Acá, salvadas distancias, La Coruña se estrella contra los anti-sistema –caspa, sudor y gorra de visera– dirigidos por Xulio Ferreriro, el Varoufakis de A Gaiteira, Cid particular de la Marea, nasía pa’ganá, reflexivo ante el sol dorado que alumbra componendas y enredos empresariales del Rasputín de Tesis, Iago Martínez, que un olvido administrativo mantuvo en jaque como asesor in pectore de María Pita. Y tan calificados cerebros –que darían vuelta a la urbe como maloliente calcetín– han demostrado que las promesas son aire. No es que sean sectarios, que también, es que no tienen ni puta idea para regir María Pita.

Los sastres... coruñeses

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