Hace casi cuatro décadas que el diario The Economist considera las hamburguesas y su precio uno de los indicadores más fiables para medir la inflación. Sin embargo, el conocido como Índice Big Mac, que toma como paradigma el producto estrella de McDonald’s, tendría su versión coruñesa en el concepto premium burger: reinvenciones del bocado tradicional con productos gourmet que elevan el precio por encima de los 10 euros y que en ocasiones alcanzan los 20. La gran demostración de poderío y vigencia de esas propuestas tuvo lugar durante diez días con The Champions Burger, un festival-competición con precio unificado de 12,50 euros como oferta especial y que atrajo la atención de 100.000 coruñeses. Frente a esa ‘hamburguesía’ tan extendida sobrevive la que podría considerarse ‘princesa del pueblo’: la hamburguesa completa de toda la vida y que también parece contar con un precio común entre los protagonistas de la resistencia: cuatro euros y un producto que necesita de las dos manos para que al comer no se escape ni gota.
Esa hamburguesa popular o de toda la vida tiene en A Coruña nombre de mujer y un lugar en el imaginario colectivo de varias generaciones. Esther, Bea y Puri mantienen bien alto el pabellón de lo tradicional en tres locales que juntan 120 años de servicio. Y para pedir no hace falta tener un B1 de inglés.
Más que una hamburguesería, el 7+8 de la calle de la Torre es un lugar común en el que a muchos abuelos les gusta contar batallitas de juventud junto a sus nietos. Entre esos dos mundos tan distintos el nexo de unión es exactamente el mismo: pan, carne, lechuga, tomate y cebolla. “Viene mucha gente con sus nietos, para que conozcan dónde iban de jóvenes”, reconoce Esther, propietaria desde hace casi tres años. “Muchos jóvenes suben hasta aquí por los precios que hay en otros lados y porque nosotros ofrecemos lo de siempre”, añade.
A pesar de no haber resistido la tentación de acercarse a The Champions Burger, la hostelera se sitúa muy lejos de ese concepto. “Hay que estar loco para pagar eso por una hamburguesa, para eso tómate una buena chuleta”, bromea.
También hacia las bodas de oro se encamina Jumbo H1 (1975), situado en la calle Eusebio da Guarda y todo un templo del fast food de antaño. Puri se ha quedado al frente tras la jubilación de su marido y defiende a capa y espada su propuesta. “No sé qué le echarán los demás, pero cobro lo que tengo que cobrar”, afirma. “Nuestra completa es el producto estrella y por 4,20 euros quedas servido”, añade.
Y los datos así parecen confirmarlo: cada día recibe decenas de cajas de hamburguesas, las de toda la vida, según matiza, y despacha “muchas”. “Tengo clientes que venían con su abuelo y ahora lo hacen con sus hijos”, dice sobre la vigencia de la fórmula.
Decir Hamburguesería Bea es para muchos volver a los tiempos de la discoteca Green. El estoicismo y paciencia de su propietaria proporcionaba un maná anti resaca que salvó el día siguiente de muchos. Hoy, 21 años después de sus primeros pasos, sigue en pie con un horario igualmente duro: de 10.00 a 0.00 horas. “Antes daba gusto trabajar, pero ahora sin discotecas no me compensa abrir”, reconoce. A pesar de que el festival premium estaba a unos pocos metros, entre Bea y The Champions Burger mediaba un océano. “Es una salvajada cobrar eso, no me creo que lleve productos tan caros”, asevera. Curiosamente, ninguna de las 20 candidatas al festival del paseo de los Puentes llevaba lechuga o tomate.
Las tres zanjan cualquier tipo de duda a la hora de responder cuál es la receta de una hamburguesa completa: pan, carne, lechuga, tomate y cebolla. Lo del bacon o el huevo fueron las primeras concesiones a un sibaritismo que se ha ido de las manos, según defienden.