LA VUELTA DE LA POLÍTICA

Un tiempo se acaba. Unas formas. Un ser, una manera de ser y actuar políticamente. Se acaban las mayorías absolutas en los gobiernos a nivel de estado no así en todos los autonómicos. Se diluye la fortaleza del bipartidismo. Pero el político y la política se adaptarán camaleónicamente a los nuevos tiempos, los del pacto. La búsqueda de coaliciones y consensos.
El voto se fragmentará sobre todo en la izquierda. También dentro de las autonomías donde el nacionalismo ha sido mayoritario en tres décadas. En apenas cuatro meses España votará y después de muchos años hay ilusión de nuevo por votar, por la política. Por participar. Y esto es positivo. Se despierta de nuevo la política, y con ella la pasión por la política.  Lo viejo está preocupado, pero sabe que no puede atrincherarse. Lo nuevo es ignoto y no sabemos qué deparará.
Pero todos se lanzan al ruedo y la arena electoral, política y partidista. Hay cambios. Empieza a existir un discurso diferente. El ciudadano pide y exige más. Se acaban los títeres y las marionetas. Hay cada vez más información, más capacidad de análisis, y mayor crítica y autocrítica. Todo ha cambiado y las tribulaciones quedan muy atrás. La amnesia y la desmemoria también.
Y es positivo que el ciudadano sea cada vez más consciente de lo que es la política, lo público y el verdadero valor que tiene un voto. Es democracia. En estado puro. Esta vez en ebullición. Los nuevos quieren remover el lodazal en que, en algunos extremos se ha convertido, la coreografía cansina de la política y los partidos en los últimos decenios.
Pero no miden las distancias ni la fuerza de ese balón enfangado todavía. Aunque la diferencia es que han sabido dar una patada al edificio. España es país cansino a lomos de sempiterna mula vieja. Es tiempo de volver a edificar y construir juntos, pero también de no olvidar que este país votó mayoritariamente bipartidismo y hoy parece que nadie lo hizo.

LA VUELTA DE LA POLÍTICA

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