Moverse en el antagonismo

En el Rosalía, ciclo principal, Producciones Teatrales Contemporáneas estrenó –dos representaciones con llenos absolutos– “Tierra del Fuego” de Mario Diament. Dirección precisa y dúctil del brujo Claudio Tolcachir. “Quizá sea el teatro el que nos permita barrar fronteras y volvernos más humanos”. Un mensaje sencillo, pero alambicado y profundo. Escenografía esquemática rematada al foro por un telón transparente que recibe distintas proyecciones para señalare cambios de interlocutores. También percusión a base de tambor árabe y sonido de laúd oriental acompañados por cantos musulmanes a viva voz. Correctas iluminación y vestuario. La obra, inspirada en un hecho real, cuenta la historia de una azafata israelí, víctima de un atentado donde muere su mejor amiga y ella resulta herida. Veintidós años depués, pese a la oposición de familiares y esposo, visita al terrorista autor del atentado, que cumple cadena perpetua en una cárcel de Londres.
El escenario muestra un sistema solar central –Alicia Borrachero– sobre la que reverberan los personajes: terrorista, esposo, madre de la amiga asesinada, emigrantey político, pues, tras sus respectivos parlamentos quedan silenciosos e inmóviles mientras la protagonista propaga ecos sobre el conjunto. El Extremo Oriente y sus conflictos sembrando desolación, éxodos de pueblos y muerte. Refugiados y expoliados. Contradicciones. Mal asunto caminar investido de verdad si se prejuzga con antítesis judeo-palestinas. Los que quieren no pueden y los que pueden no quieren. Dos años más tarde nueva visita –ahora ya divorcidada– para entregar al árabe terrorista un regalo que un emigrante en Argentina le remitió desde la tierra que da título al drama.
Buen plantel de actores presididos por una poderosa y polifacética Alicia Borrachero. Cooperantes necesarios para descubrir injusticias y dolores: Ben Temple, Abdelatif Hwidar, Juan Calot, Malena Gutiérrez y Hamid Krin.

Moverse en el antagonismo

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