Croissants

Lo vengo observando desde un tiempo atrás y me recuerda el señorío coruñés del que me hablaban abuelos, padres y tíos. Ya no es un niño. Más próximo a los noventa que a la década anterior. Pero conserva todo ese nervio vital que distingue a los tipos de una pieza. Delgado. Fibroso. Apoyándose en un bastón para caminar con pasos muy cortos. Se va al lado derecho pero se endereza con fuerza, tesón y voluntad. Encarna un modelo que quisiéramos ser cuando alcanzásemos su edad. Mirada despierta. Cordial. Bromista. Irónico. La sonrisa adorna sus labios y la educación rezuma por todos los poros de su piel. Tocado con sombrero no resulta ridículo. Ni cursi. Y mucho menos hortera. A diario se acerca a una dulcería próxima a la plaza de Pontevedra y allí compra bollos de pasta hojaldrada, forma de media luna, denominados croissants.
Este panecillo de harina amasada con huevos, leche, etc. y su descripción me lleva de la mano a la magdalena de Marcel Proust y su búsqueda del tiempo perdido. No obstante, yo huyo de volver la cara atrás de Jano, pues busco siempre la añoranza del porvenir, la nostalgia del tiempo futuro, el paso firme de las nuevas generaciones. En la criatura observada compruebo material genético singular o-dados los tiempos actuales-individuos clonados que se repiten en el croar de los días. Aquellos Ozores, Prieto-Puga, Hervadas, Molezunes, Vilariños que definieron una época columpiándose de las horas. Venciendo al espacio y al tiempo. Una filosofía irreversible que empieza cuando nacemos y nos acompañará como incómodo aguafiestas hasta el desenlace final.
Por el camino de Swann marchaba el protagonista del relato galo y por La Marina y Los Cantones paseaban su blasonada hidalguía coruñesas y coruñeses. Memoria identificadora. Lirismo de bollos domésticos. Jardines de Méndez Núñez donde anidan verbenas, heliotropos, jazmines, rosas, tulipanes, pensamientos y alhelíes...

Croissants

Te puede interesar