Jun Märkl dirigió a la OSG en un programa de gran solidez e interés artístico. Tras el concierto, el público agradeció la dedicación que todos los músicos mostraron a lo largo de las casi dos horas de función.  
Una de las causas de la acogida del concierto del viernes pasado guarda relación con la mano conductora de Märkl y la arquitectura de diseño musical que construyó alrededor de las obras interpretadas. Otra fue la magnífica interpretación de David Fernández como solista de trompa, y el tercer factor y, no necesariamente por este orden, fue la dedicación de la OSG, que esta temporada parece estar más motivada que nunca, y no sin razón. El soplo de aire fresco que ha traído debajo del brazo el nuevo director musical, Dima Slobodeniouk, es uno de los factores que hacen que vislumbremos, ya no los músicos, si no todos, un futuro de esperanza para la salud musical colectiva.       
El poema sinfónico “Der Wassermann (Vodnik)” Op. 107 de Dvórak abrió el concierto. A pesar de ser una obra cargada de simbolismos y expresividad, el Allegro Vivo inicial no está exento de ciertas reminiscencias mundanas, caricaturescas, en cierto grado de retórica, y la OSG y Märkl la convirtieron en algo diferente. Tras un perfecto fundido del ritardando en el Andante Sostenuto -magnífico solo de clarinete de Juan Ferrer (día a día nos sorprende)- la obra cobró un cariz netamente superior.
El “Concierto para trompa no. 1 en Mi b” de Richard Strauss nos permitió una vez más apreciar el arte de David Fernández. Siempre sorprende este trompetista, pues a sus condiciones naturales hay que unirle su gran capacidad técnica, lo que le ha convertido en una referencia es su especialidad. La dulzura de su sonido unida a un rango dinámico fuera de parámetros le permitieron gozar de una presencia escénica única.  
La última obra fue el “Concierto para orquesta” de Bela Bartók. Gracias a Bartók, y también a Märkl, percibimos con claridad la magia de la orquestación, así como la exaltación de la tímbrica en grado de sublimación. Auténtico genio Bartók.