Este viernes hemos asistido al tercer concierto de abono de la temporada en curso de la Sinfónica de Galicia. Hasta la fecha, por motivos debidos a marejadas de última hora, no ha habido programas de mano que nos introduzcan y aclaren las músicas a interpretar. No sabemos si es la primera vez que esto ocurre en la OSG, pero el hecho resulta patético y vergonzoso. Fiestas rachadas y callejeras pueden servir para remiendos y descosidos varios, pero jamás aportarán al intelecto de los coruñeses nada sustantivo y duradero que trascienda más de allá de su neto aspecto lúdico, y el que no lo vea no merece estar decidiendo por los demás acerca del valor o no de las cosas.
Franz Joseph Haydn y Rodión Shchedrin conformaron el programa interpretado, no en la misma proporción de tiempo -el último duró más del doble, alrededor de cincuenta minutos- ni necesariamente de forma merecida.
Abrió la velada el “Concierto para cello en Do M” de Haydn, interpretado por Jan-Erik Gustafsson. Este cellista mostró sus virtudes sin tapujos: buen sonido en el registro medio -especialmente las tres cuerdas graves- y hermoso vibrato, así como un control tangible de otras técnicas expresivas en el cello. No estuvo tan acertado en los pasajes rápidos ascendentes dentro de la caja armónica, en los que necesitó de la ayuda de algún santo para acertar en el punto justo de colocación, tras corregir la postura de mano izquierda y afinación, aunque nada demasiado relevante que enturbiara su ejecución. Gustafsson se mostró como el solista que es.
Rodión Shchedrin es un famoso músico al que, además de surgirle las ideas necesarias para crear partituras propias, de las que tiene compuestas un largo listado, le nacen otras más mundanas y sociales, como la “International Maya Plisetskaya-Rodión Shchedrin Foundation”, a través de la cual lleva a cabo actividades de otra índole en compañía de su esposa. “Carmen-Suite” es una de las obras más emblemáticas de Shchedrin, pero al haber sido compuesta para ballet, su puesta en escena en versión concierto no funciona tan bien como cabría esperar.