¿FONDO O FORMAS?

El violinista Benjamín Schmid y el director David Afkham pusieron empeño en tratar de interpretar el Concierto de Brahms para violín y orquesta, pero el resultado no estuvo a la altura de la OSG, pues ni uno ni otro resolvieron la cantidad de enigmas que esta monumental obra encierra. Bien se podría colocar este majestuoso concierto entre los dos o tres más grandes de la historia, tanto por calidad como por dificultad. Y la prueba del reto que supone su ejecución es que los mejores violinistas se han afanado en interpretarlo, bien en vivo o en soporte grabado. La aproximación a esta pieza está mediatizada por todo ello, y el intérprete, como estudioso y buen observador de su profesión, debe asimilar a gran velocidad el recorrido y la trayectoria histórica de esta obra para, a la hora de subirse a escena, establecer su particular credo y doctrina interpretativa.
A pesar de que Schmid es un músico capaz de recorrer grandes distancias en cortos períodos de tiempo, sus habilidades interpretativas no le acompañaron al mismo nivel, habiendo dejado abundantes lagunas de expresividad a lo largo de sus tres movimientos, incluido un fallo de memoria en el tercero. Por esto su versión ni emocionó ni convenció. En cuanto a Afkham, no supo acompañar a un violín que no sonó alto ni claro, tapándolo en numerosas ocasiones.
La Sinfonía nº 4 de Brahms adoleció de coherencia interpretativa, pues el buen entendimiento de esta partitura pasa por respetar las indicaciones que el autor exige y posteriormente extraer conclusiones que consigan un techo cualitativo que vaya más allá de una lúcida pose escénica.  
Colocó Afkham segundos violines a la derecha del escenario: magnífica ocasión para sacar partido al tratamiento específico que entre primeros y segundos sugiere Brahms, especialmente en el primer movimiento, pero estas ideas no consiguieron traspasar la línea del escenario. No olvidamos el Passacaglia Op. 1 de Anton Webern, en la que Afkham no consiguió hacer sonar a la OSG con la precisión adecuada. Al fin inmersos en el invierno de nuestro descontento

¿FONDO O FORMAS?

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