Leemos con detenimiento el último invento del Consorcio para la Promoción de la Música presentado a los medios en el Salón Real del Ayuntamiento de La Coruña.
Bajo el nombre “Temporada Lírica 2014-2015” la OSG y Amigos de la Ópera se dan la mano de forma “definitiva” en un compromiso que va mucho más allá de un simple escarceo entre colegas y que les obligará a organizar eventos y gestionar dineros de forma conjunta.
Se trata de un ciclo amplio diseñado entre septiembre y junio con disposición de abonos por estaciones. No sabemos si el experimento tendrá la aceptación esperada en un auditorio que no pasa precisamente por estar en su mejor momento, porque los llenos repetidos en días contiguos han pasado a mejor vida, incluso con batutas y carteles de primera línea. Para más inri, esta temporada lírica nace matando pues, para darle vida, los ideólogos del proyecto han hecho desaparecer el “Festival Mozart” y la “Temporada de Ópera”. El Mozart cumpliría su 17 aniversario y la Ópera su año 62. ¿Cómo es posible renunciar a esta fuerza cultural identitaria de un plumazo sin tener en cuenta los resultados negativos para la tradición musical coruñesa?
Todo es defendible, cuando hay intención para ello, pero no es posible vender la idea de que desaparezcan dos festivales de altísimo nivel porque no hay dinero cuando, curiosamente, va a haber un monto importante de actividad musical a lo largo de nueve meses al año, entre las que contamos cinco óperas, un ciclo de grandes cantantes y un particular proyecto didáctico; todo ello con el extzraordinario ahorro del cuarenta por ciento del presupuesto. Comprobaremos si el cuento de la lechera sigue latente.
En el caso de que se tratase de un mero cambio de marco, ¿por qué no se ha respetado la identidad de lo ya consolidado y que costó tantos años y esfuerzos, en lugar de diseñar algo nuevo sin demasiada personalidad? Seguro que se nos escapa algo que no logramos ver, pero este borrón y cuenta nueva es un grave error, y no parece coherente aplastar de un golpe todo lo conseguido anteriormente en materia musical, acuñando algo escasamente novedoso. Puestos a nominar, podríamos también cambiar el nombre a la OSG… Los problemas siempre se encuentran en ambos lados, porque al Consorcio le sobran algunas aventuras que deberían haber sido pensadas con más calma y que también cuestan dinero: el Ciclo Jazzatlántica, parte del Son Futuro, el proyecto social ReSuena, etc, y es que los objetivos específicos de esta institución están claros en sus estatutos. No es de recibo dilapidar la tradición con un pretendido fin económico, porque el ahorro debe ceñirse y respetar la realidad idiosincrásica del entorno y sus normas de actuación en el tiempo.
La identidad cultural de los pueblos se conforma con sus costumbres y cuesta mucho esfuerzo llegar a conseguir logros de cierto calado. Muy seguros estarán los gestores de esta creación, porque de lo contrario habrá muchos aficionados dispuestos a exigir responsabilidades.