TOZUDEZ POLÍTICA

Colea y seguirá coleando no sólo esta semana el escaño Calviño. La fisura abierta en AGE y las apelaciones mal entendidas a dignidad y ética, como dice su portavoz. Eso sí, primero se escuda en que estudió a Maw Weber a propósito de las responsabilidades políticas.
Asumirlas es algo yermo en demasiados lares. También en el galaico. Que en esto no se diferencia del resto del ruedo ibérico. Apela la parlamentaria y dirigente de AGE vía EU que es tozuda en lo personal y en lo político y, en el colmo de vanidades, dejémoslas en lo político, asevera que respecto a Carmen Iglesias, la número dos de la lista de AGE por Ourense y que ha sufrido toda suerte de presiones personales, ni a la persona con la que peor relación tuviere le desea lo que Iglesias va a vivir en el Parlamento.
Ahí es nada. Cada cuál que interprete lo que quiera y prefiera. Pero a pesar de estudiar a Weber poco ha aprendido o interiorizado si se van soltando no sólo estas perlas sino también tamaños comportamientos y actitudes. Por este camino poco se puede esperar. Y es que AGE, lo que se dice AGE, no tiene absolutamente ninguna responsabilidad de gobierno y poder ni en lo local ni en lo autonómico, por lo que parece que todo es permitido cuando el contraste de la acción de gobierno no erosiona ni tamiza.
La decisión última si acepta el acta o no de parlamentaria depende de la propia Iglesias, nadie le va a agradecer absolutamente nada. Así es la política y así es la partitocracia asfixiante. Y si renuncia ni su partido ni el relevo natural en el pacto implícito de nacionalistas y comunistas, la gratitud será tan efímera como ebúrnea.
Puesto así el listón, el cinismo, la amenaza y la bravata, sinceramente, haría bien la ourensana en aceptar el acta que le corresponda aun teniendo una posición marginal en O Hórreo. Sufrirá la indiferencia de los que hasta hace poco fueron compañeros y quizás amigos. Incluso votará con ellos en todo lo que sea desgastar al Gobierno o la acción política de los populares, pero mirarán condescendientemente sus pretéritos y olvidadizos compañeros sin indisimulada indiferencia.
Es la política, descarnada, desalmada, sin conciencia. Lo que se ha permitido en treinta y seis años de democracia. Las formas, los modos, los discursos, nada aventuran cuando se utiliza el despropósito, la amenaza, el chantaje y el abuso de posición. Anteponer la ética a otro tipo de razones más espurias, como asevera Yolanda Díaz, son palabras que necesitan explicación cuando se está actuando de tal modo.

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