El nuevo Gobierno local de Madrid, que dirige la alcaldesa Manuela Carmena, ha dejado claras cuales son sus prioridades para la capital de España. No son los desahucios, en los que no tiene competencias, según ha reconocido, No. La primera, el revanchismo. Y por eso se han propuesto retirar del callejero de Madrid cualquier referencia, directa, indirecta, o inventada, al régimen predemocrático.
Se plantea desde los instintos más primarios del rencor y la confrontación, principios que nada tienen que ver con el espíritu de la transición. El gobierno de Carmena, en una lectura extrema de la ley de la Memoria Histórica, quiere llevarse por delante, entre otros, a nombres de ilustres de gallegos como Álvaro Cunqueiro o Julio Camba, en una suerte de revisionismo histórico e histérico.
Coincide esta decisión con la puesta en marcha de una página web institucional para recriminar la labor de la prensa más incómoda para los podemitas de la nueva política.
Recuerda, efectivamente a Ministerio de la Verdad, que George Orwel recreó tan bien en su obra “1984”, junto a la Policía del Pensamiento. Una obra visionaria, en la que se censuraban los totalitarismos –todos, de izquierdas y derechas– que atentan contra las libertades básicas de la democracia, contra el librepensamiento y la libertad de expresión. Ni a Orwel, en su fantástico relato, se le habría pasado por la cabeza una idea tan peregrina como la de la web “Versión Original” puesta en marcha por Carmena para atentar contra la libertad de prensa y denigrar la labor profesional de los periodistas que ejercen su trabajo de forma libre. De disparate en disparate y sigo porque me toca.
Por eso, hay que aplaudir la decisión de la alcaldesa de Mondoñedo y presidenta de la Diputación de Lugo, Elena Candia, así como del presidente de la Asociación de la Prensa de A Coruña, Manuel González, que ya se han dirigido a la alcaldesa de Madrid para pedir que cese en su empeño de eliminar del callejero de Madrid a Álvaro Cunqueiro y Julio Camba. La eliminación de sus nombres supondría la negación de nuestra propia identidad y un profundo desconocimiento de las figuras de estos dos periodistas de los que toda Galicia se siente orgullosa.